El trabajo, realizado por investigadores taiwaneses que siguieron durante siete años a más de 100.000 participantes sin ningún problema coronario al inicio del estudio, mostró que aquellos que se hacían una limpieza o un raspado profesional disminuían las posibilidades de tener un ataque al corazón. "La protección que confiere una buena higiene dental fue más pronunciada en las personas que se realizaron una limpieza al menos una vez al año", afirma Emily Chen, cardióloga en el Hospital General de Veteranos de Taipei (Taiwan) y autora del trabajo.
Aunque el estudio no tuvo en cuenta otros factores de riesgo, como el peso o el tabaquismo, los investigadores consideran que la relación entre los dientes y el corazón es muy clara. "La limpieza profesional reduce la inflamación causada por el crecimiento de bacterias en los dientes, que se sabe que puede provocar problemas cardiacos serios".
Otra investigación presentada en el mismo congreso va aún más allá e indica que la enfermedad periodontal -de las encías- actúa como una especie de vidente que ayuda a predecir si la persona va a tener un fallo cardiaco o un infarto y en qué grado.
Anders Holmlund, del Centro de Investigación y Desarrollo de Gävleborg (Suecia), analizó a 7.999 participantes con problemas de encía para concluir, entre otras cosas, que una alta prevalencia de sangrado de las encías duplica el riesgo de infarto y que quienes sufren con frecuencia infecciones alrededor de la base de los dientes tienen un 53% más riesgo de sufrir un ataque al corazón.
Asimismo señala este autor que las personas con menos de 21 piezas dentales (lo normal son 32), aumentan en un 69% su riesgo de padecer un ataque cardiaco.
Estos trabajos confirman evidencias previas que ya señalaban la relación existente entre la higiene dental y la salud coronaria. A la vista de estos resultados, los investigadores no lo dudan. "Hay que visitar al dentista una vez al año, por lo menos. El cuidado de los dientes es igual de importante que el de cualquier otro órgano del cuerpo", afirman.
Fuente: EL Mundo
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