domingo, 9 de septiembre de 2012

CÓMO SE REFRESCAN LAS PLANTAS

Cuando son cultivadas a temperaturas altas, las plantas alargan sus tallos para facilitar el enfriamiento de sus hojas, según avalan los resultados de una nueva investigación.
Conocer en todos sus aspectos por qué las plantas cambian su arquitectura en respuesta al calor, es importante, sobre todo teniendo en cuenta que el ascenso de las temperaturas mundiales promovido por el calentamiento global plantea un reto para el futuro de la producción agrícola alimentaria.
Aunque los científicos han hecho avances importantes en la investigación sobre cómo las plantas se vuelven más alargadas cuando están sometidas a altas temperaturas, se sabía poco de las consecuencias fisiológicas de esta respuesta, y, por tanto, de su utilidad. Para investigar estas consecuencias, el equipo que ha hecho el nuevo estudio, dirigido por Kerry Franklin y Alistair Hetherington de la Escuela de Ciencias Biológicas en la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, centró su atención en la Arabidopsis thaliana, una pequeña planta con flores que es una especie modelo popular en biología y genética vegetales.
Cuando se cultivan sometidas a temperaturas altas, las plantas adoptan una arquitectura delgada y alargada, y desarrollan en sus hojas menos poros o estomas. Sin embargo, a pesar de tener un número reducido de estomas, las plantas de Arabidopsis thaliana alargadas cultivadas por el equipo mostraron pérdidas más grandes de agua y también un mayor enfriamiento de las hojas por evaporación.
Todo apunta a que el espaciado mayor entre las hojas observado en las plantas que crecieron sometidas a altas temperaturas puede reforzar la difusión del vapor de agua que emana de los estomas, intensificando así el proceso de refrigeración..

La temperatura y la disponibilidad de agua son factores de gran importancia que afectan al rendimiento de las plantas de utilidad agrícola. Conocer a fondo la relación entre temperatura, arquitectura vegetal y uso del agua por las plantas es por lo tanto esencial para poder maximizar la productividad futura de los cultivos agrícolas y garantizar lo mejor posible la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más poblado y sometido además a un proceso de cambio climático de gran envergadura, tal como subraya Franklin.

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