En 2004, Anthony Atala tuvo la idea de modificar una vieja
impresora de tinta para lograr que, en lugar de escribir negro sobre
blanco, fuese capaz de pulverizar células vivas, capa sobre capa, hasta
'imprimir' una lámina de piel para pacientes quemados. Los avances en
estas impresoras celulares no han dejado de sucederse y el propio Atala
acaba de dar un paso más en este campo.
Según publica el especialista en Medicina Regenerativa del Instituto
Wake Forest (de la Universidad Winston-Salem, en EEUU) en las páginas de
la revista 'Biofabrication' (dependiente del Instituto de Física, IOP),
esta tecnología celular ha sido capaz de fabricar cartílago a base de células de ratón que fue implantado con éxito en varios ratones.
En esta ocasión, el equipo combinó dos tecnologías diferentes para
crear unos centímetros cuadrados de cartílago bioartificial; una, similar a las de las impresoras de toda la vida,
pero alimentada a base de condrocitos (células extraidas del cartílago
de la oreja de varios conejos) en lugar de tinta. La segunda técnica,
denominada 'electrospinning', permite convertir cualquier líquido en
fibras finísimas y fue empleada a modo de soporte, para añadir
materiales sintéticos que aportasen robustez a la capa de cartílago
resultante.
Como explica el propio Atala, el problema que habían tenido hasta
ahora las impresoras celulares para ser aplicadas en biomedicina es que
las capas de células resultantes no tenían las mismas propiedades
biomecánicas ni la integridad que los órganos reales a los que pretenden
sustituir. Por eso, añade, en esta ocasión se optó por combinar las células de conejo con una serie de polímeros e hidrogeles muy resistentes y que al mismo tiempo sirvieron de nicho adecuado para que los condrocitos creciesen y siguiesen proliferando.
Así, y a modo de 'lasaña', los investigadores fueron 'imprimiendo'
una capa resistente de fibras de polímero seguida de otra de
condrocitos, una de polímeros, otra de condrocitos... y así hasta tener
unos pocos centímetros de cartílago de laboratorio de apenas de 0,4
milímetros de grosor.
Una semana después de haber sido impresas, el 80% de las células de
conejo mantenían su viabilidad y sus propiedades biológicas básicas.
Además, los investigadores probaron su robustez aplicándoles distintos
grados de cargas. Finalmente, y para demostrar el éxito de su creación, implantaron la lámina cartilaginosa en ratones durante dos, cuatro y ocho semanas, lo que les permitió observar que ésta cumplía todas las funciones para las que se creó.
Atala y su equipo ya están trabajando en este campo con células
humanas y no consideran descabellado pensar en un futuro en el que se
puedan imprimir 'a la carta' ciertas partes del cuerpo, como la rodilla,
"creando un molde de la zona que es necesario regenerar mediante una
imagen por resonancia magnética que serviría como plantilla para
fabricar un cartílago artificial".
Fuente: El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario