jueves, 8 de octubre de 2015

SUPLEMENTO CONTRA LA TUBERCULOSIS


Los casi 20 años de investigación que el equipo de Pere-Joan Cardona ha invertido en el Instituto Germans Trias i Pujol (Badalona, Barcelona) estudiando cómo combatir la tuberculosis han dado sus frutos. Y son comestibles. Estos científicos han desarrollado un suplemento alimenticio capaz de frenar el desarrollo de la enfermedad y, por tanto, llamado a reducir la incidencia de un problema que provoca alrededor de un millón y medio de muertes al año.
Denominado Nyaditum resae, el producto comenzará a venderse en La India en 2016, gracias al acuerdo que recientemente han firmado Manremyc, la spin-off biotecnológica nacida a partir del laboratorio de Cardona y la empresa Tablets India.
"Durante muchos años hicimos investigación básica, estudiando sobre todo la infección latente, intentado explicar por qué sólo un 10% de los infectados termina desarrollando la enfermedad. Descubrimos que quienes enferman lo hacen porque su organismo genera una respuesta inflamatoria excesiva contra la bacteria responsable, y entonces nos centramos en encontrar una forma de reducir esta respuesta", señala Cardona, muy ilusionado con los resultados del trabajo.
Los investigadores empezaron a experimentar con el bacilo que provoca la enfermedad, Mycobacterium tuberculosis, pero pronto decidieron buscar otra bacteria de la misma familia que, por vía oral, pudiera inducir la tolerancia que buscaban.
Muy cerca del laboratorio, en el río Cardener, obtuvieron la denominada Mycobacterium manresensis, presente en el agua potable y que, según explica Cardona, cuando se ingiere transmite información al sistema inmunitario para que, si entra en contacto con el bacilo de la tuberculosis, éste lo reconozca como un alimento y no active -o lo haga de una forma menos intensa- la cadena inflamatoria para hacerle frente.
"Está demostrado que si esa respuesta no se activa, al final el cuerpo va eliminando la bacteria de manera natural, sin más consecuencias", apunta el investigador.
El producto, patentado desde el año 2013, ha superado con éxito varios ensayos que demuestran su seguridad, su capacidad para generar una respuesta inmune protectora y su utilidad frente a la enfermedad.
"Son candidatas a utilizarlo las personas especialmente susceptibles a desarrollar la tuberculosis [como las personas con diabetes], aquellas que están en contacto directo con un enfermo o incluso los que ya han sufrido el trastorno, ya que tienen una mayor predisposición a volver a padecerlo", explica Cardona.
Está previsto que Nyaditum resae comience a comercializarse en las farmacias de La India y Nepal a finales de 2016 bajo prescripción médica. Según las estimaciones que maneja Cardona, en los primeros tres años, el producto podría llegar aproximadamente a un millón de ciudadanos. "Podríamos haber optado por una distribución más masiva, a través de los supermercados, ya que el producto tiene la categoría de suplemento alimenticio, pero creemos que esa estrategia no funcionaría debido al gran estigma frente a la tuberculosis que existe en La India", aclara.
En esta primera fase de comercialización, añade el microbiólogo, su equipo pondrá en marcha un estudio observacional que pretende medir el grado de eficacia del tratamiento, evaluar la duración de la protección que confiere y constatar que, con su uso, la incidencia de la enfermedad disminuye. En ese sentido, no es casual la elección de La India, uno de los países más golpeados por la tuberculosis, como sede del lanzamiento del producto.
En el país asiático, un tratamiento de 15 días (con dosis diaria) costará alrededor de dos euros, aunque la idea de los investigadores es que en una segunda fase de distribución, distintas ONG y gobiernos se impliquen en la diseminación del producto. Según explica Cardona, ya se han establecido contactos entre otros con países de Europa del Este, como Georgia, Rumanía y Lituania, donde la tuberculosis resistente supone todo un problema de salud pública y los nuevos casos de infecciones no dejan de crecer.
"Estamos muy ilusionados porque estamos viendo que un conocimiento que hemos adquirido en el laboratorio con mucho esfuerzo ya tiene su traslación a nivel de mercado y puede contribuir a la lucha contra la enfermedad", indica el investigador catalán, quien reconoce que "el camino hasta aquí ha sido muy largo".
No sólo se han enfrentado a problemas de financiación y a los elevados costes que suponen las patentes, sino a todo lo que supone cambiar las teorías sobre una determinada enfermedad. "Afortunadamente, en los últimos años varios equipos han constatado de forma independiente la importancia en la tuberculosis de lo que se denominan host-directed therapies [terapias dirigidas al portador]. Muchos hemos visto, por diferentes caminos, que evitar la infección es muy complicado, pero que hay otras maneras de frenar el desarrollo de la enfermedad, y por eso nuestro trabajo cuenta con un gran respaldo científico", concluye.


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