La historia reciente de la enfermedad del sueño también conocida como
tripanosomiasis africana es un ejemplo del trabajo bien hecho. Los
esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para lograr que
las farmacéuticas produzcan a coste cero los medicamentos para este
trastorno, que afecta principalmente a los habitantes de países
africanos, han conseguido que en los últimos 10 años se hayan reducido
un 85% los casos de este trastorno. A este logro hay que añadir ahora
otro, dentro del ámbito de la investigación, no menos importante: la secuenciación del genoma de la mosca tse-tsé, el principal vector que transmite el parásito al humano, responsable de la enfermedad.
Se estima que 70 millones de personas están en riesgo de contagiarse
con este parásito al estar expuestas a la picadura de la mosca tse-tsé.
Los síntomas de la enfermedad, una de las denominadas olvidadas, pueden
ir desde problemas leves, como cefalea o dolor de articulaciones, a
trastornos más graves en su fase crónica -cuando el trastorno afecta al
sistema nervioso central- como confusión, alteración de los ciclos del
sueño, dificultad en los movimientos e incluso, de no tratarse, la
muerte.
Más de 140 científicos de 18 países han trabajado a lo largo de 10 años para secuenciar el genoma de la mosca tse-tsé, también conocida como Glossina morsitans,
cuyo hábitat natural se sitúa en el África subsahariana y otras áreas
del continente, generalmente en zonas rurales donde hay mucha
vegetación.
Con su picadura, si este insecto está infectado por parásitos
pertenecientes al género Trypanosoma, la mosca tse-tsé puede transmitir
los más frecuentes: el Trypanosoma gambiense, responsable del 98% de los casos humanos de la enfermedad del sueño, y el Trypanosoma rhodesiensi,
responsable de un 2% de las afecciones en los habitantes de estas zonas
pero principal agente de las infecciones en animales salvajes y de
crianza. De esta manera, el conocimiento de su genoma permitirá, además de un mejor control de la enfermedad humana, el desarrollo de fármacos
para impedir que la mosca o el parásito generen esa merma en el ganado,
abriendo así la esperanza a la mejora del desarrollo agrícola y
económico en un área pobre en recursos.
"Este trabajo principalmente facilita y acelera la investigación en la biología funcional de la mosca tse-tsé.
El resultado de estos estudios podría mejorar las estrategias actuales
de control de este insecto como la elaboración de trampas más
específicas u otras dianas además de desarrollar estrategias novedosas
basadas en los nuevos aspectos descubiertos. En resumen, [esta
secuenciación] es el mayor hito para la comunidad que investiga la
tse-tsé", señala Geoffrey M. Attardo, investigador en la
Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale (New Haven, Estados
Unidos) y principal autor de este trabajo, cuyos datos publican las
revistas Science y el grupo PLoS.
Porque entre otros hallazgos descubiertos gracias a esta secuenciación está la identificación de los genes involucrados con los sentidos del gusto y olfato.
"Esto es un potencial para mejorar las intervenciones que utilizan
trampas para capturar estas moscas", explica Matthew Berriman,
responsable del grupo de genómica de parásitos del Wellcome Trust Sanger
Institute y uno de los coautores de este trabajo que ha tenido una gran
dificultad debido al escaso material genético del que disponían los
científicos. "Al contrario que la mosca Drosophila o los mosquitos, la
mosca tse-tsé tiene muy pocos descendientes, unos ocho o 10 como máximo
por hembra. Este número no produce suficiente ADN para secuenciarlo.
Pero, avances recientes en la tecnología de secuenciación nos han
ayudado al requerir menos material para producir datos de mayor
calidad", aclara Attardo. Aunque, como afirma su compañero Berriman, un
punto importante en que no se haya conseguido hasta ahora es que, "al igual que la enfermedad, su véctor ha sido también olvidado, incluso más.
En comparación con otros a los que los biólogos han dedicado un gran
número de investigaciones como la mosca de la fruta, donde se ha ido
mucho más rápido".
Porque hace poco más de una década, la enfermedad había quedado tan
relegada del foco científico que incluso las dos empresas farmacéuticas
que tenían un medicamento para tratar este problema iban a dejar de
fabricarlos. "La OMS empezó a dialogar intensamente con estas empresas y
en 2001 llegamos a un acuerdo con ellas para que estos medicamentos fueran gratuitos para los países africanos
y para que cada año donaran unos cinco millones de dólares para
desarrollar estrategias para detectar a los enfermos. Esto ha permitido
la disminución de un 85% del número de casos", afirma Pere Pérez
Simarro, responsable del programa de la OMS en la lucha y vigilancia de
la enfermedad del sueño desde el año 2001. Este experto considera que el
avance de ahora "es importante sobre todo para evitar que la
mosca transmita la tripanosomiasis a los animales, que es un gran
impedimento para el desarrollo ganadero y agrícola, sobre todo en el este y oeste de África, ya que en la zona central hay poca ganadería pues hay mucho bosque".
A la secuenciación del genoma y los esfuerzos de la OMS y de la
industria, se suma también la Iniciativa Medicamentos para las
Enfermedades Olvidadas (DNDi, según sus siglas en inglés) que investiga,
en colaboración con algunas farmacéuticas, el desarrollo de nuevos
fármacos. "El principal problema es que los medicamentos que había hasta
ahora eran dos: uno derivado del arsénico, que es muy tóxico, y otro
que es una combinación de dos fármacos: la eflornitina y el nifurtimox,
éste último es más complejo y difícil de transportar", explica Pérez
Simarro.
La combinación de eflornitina y nifurtimox se aplica en el hospital
de forma intravenosa disuelto en sueros. Por este motivo, además de la
dificultad que tienen muchas personas de desplazarse muchos kilómetros
de su casa al hospital, su aplicación requiere de toda una estrategia. "Cada tratamiento pesa 18 kilos,
porque el kit que debe enviarse consiste en el medicamento, el suero y
el material necesario para administrarlo durante dos horas dos veces al
día durante una semana. Esto hace que tratar a un paciente con la
enfermedad en fase crónica cueste unos 500 dólares frente al poco más de
un dólar que cuesta tratar un caso de malaria", argumenta el experto de
la OMS.
De ahí que se espere con tanta ansia dos medidamentos que están probándose en sendos ensayos clínicos.
"El primero, fexinidazol, se está probando en la República Democrática
del Congo (RDC) en un ensayo en fase II/III. El segundo es una molécula
del tipo oxaborol, SCYX-7158, que se está evaluando en un ensayo en fase
I en voluntarios sanos y que entrará en fase II/III muy pronto en la
RDC. Ambos son tratamientos orales", explica Antoine Tarral, responsable
del programa clínico de la enfermedad del sueño de DNDi.
Quizás entre todos estos esfuerzos se logre el objetivo que se ha planteado la OMS para 2020 de eliminar esta enfermedad como problema de salud pública,
lo que representaría un caso nuevo por cada 10.000 habitantes en
riesgo. Y llegar a cero casos en 2030. "Hay buena perspectiva para
conseguir el primer objetivo. Lograr cero casos es más complejo, pero lo vamos a intentar", concluye Pérez Simarro.
Cada hembra tse-tsé sólo gesta de ocho a 10 crías en su vida, un número
pequeño en comparación con otros insectos y que determina su biología.
"La hembra no deposita los huevos, sino que eclosionan en su interior (larvíparas).
Allí se generan larvas que pasan unos 10 días en su cuerpo . Luego, estas larvas maduras son depositadas por la hembra en suelo bajo la vegetación, donde rápidamente se transforman en pupas.
Este estudio ha
permitido conocer en detalle los genes necesarios para el desarrollo de estas
larvas. En unos animales cuyos ovarios producen pocos huevos, este es el
mecanismo que garantiza el éxito reproductor al invertir una enorme
cantidad de energía en esa gestación", explica Fernando Casares, del
Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, organismo mixto del CSIC y de
la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.
Este investigador apunta también otros hallazgos destacable como la identificación de las proteínas del intestino,
que pueden ser clave para desarrollar fármacos que las bloqueen y
eviten el paso del parásito de ahí a la sangre. O el hecho de que su sistema inmunitario
es distinto a de otros dípteros. "Es menos competente frente a la
infección bacteriana porque convive en una simbiosis con una fauna
bacteriana muy importante y necesaria para la fecundidad de estas
moscas. Por otro lado, las bacterias que conolizan a este animal -y que el estudio ha identificado- pueden ser vectores de agentes antimosca
que se desarrollen por ejemplo para hacer estériles a estas moscas",
afirma Casares.
Un resultado interesante y sorprendente para los investigadores de este
trabajo en relación con el genoma de la mosca tse-tsé fue ver que tiene
un número reducido de genes asociados con el olor, llamados OBPs.
"Creemos que esto puede deberse a la limitada dieta de esta mosca
que está restringida a la sangre de vertebrados. Otros insectos tienen
más, pero también su dieta es más diversa. Los mosquitos se alimentan de
sangre pero también de néctar de las flores. Las mocas como la
Drosophila tiene una alimentación mucho más amplia y también un grupo
más diverso de OBPs", afirma Geoffrey Attardo, principal investigador
del estudio.
Precisamente estas proteínas, las vinculadas con el olfato, son las que
pueden tener un mayor potencial para desarrollar trampas o repelentes que podrían utilizarse para alejar a las moscas de los humanos, señalan estos científicos.
Fuente: El Mundo
Fuente: El Mundo
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