Investigadores del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO) han descubierto un papel esencial de
la proteína POLD3 en la copia copia del ADN: sin ella las células
no se dividen y mueren, limitando incluso la progresión del desarrollo
embrionario y el nacimiento de un nuevo organismo.
El trabajo, que se publica hoy en la versión impresa de la revista Molecular Cell,
desbanca la hipótesis desatada en los últimos años de que POLD3 podría
ser importante para las células tumorales pero no para las sanas.
Sin POLD3, las células pierden la capacidad de copiar su genoma y mueren; pero no solo las tumorales, sino también las sanas
Estos datos habían despertado el interés de científicos de todo el
mundo, ya que en vista de esta hipótesis un fármaco que bloquease POLD3
sería capaz de erradicar el tumor con pocos o nulos efectos secundarios
sobre los pacientes.
Hasta la fecha solamente se habían hecho experimentos in vitro,
en el laboratorio, sin estudiar directamente los efectos de la proteína
sobre un organismo vivo. Por el contrario, los autores del trabajo
generaron ratones a los que se les había eliminado completamente el gen POLD3 por ingeniería genética, lo que reveló el papel fundamental de esta proteína para la replicación de cualquier célula.
En
función de este estudio habrá que reconsiderar la situación del campo.
“Nuestros resultados desvelan que es esencial para la estabilidad del
complejo que realiza la copia del material genético. Así, sin POLD3, las
células pierden la capacidad de copiar su genoma y mueren; pero no solo
las tumorales, sino también las sanas”, dicen los autores.
En
la duplicación del genoma, o replicación, participan un cortejo de
varias decenas de proteínas: unas abren la doble hélice, otras la copian
o reparan, asegurando que la información genética de la célula madre se
transfiera de la forma más fiel posible a las células hijas y sin
aberraciones que puedan comprometer la viabilidad del ser vivo.
El
control de la replicación utiliza mecanismos redundantes; por ejemplo,
la pérdida de una de las dos copias de los genes que generan estas
proteínas –y por lo tanto la reducción a la mitad de las proteínas– es,
con frecuencia, compensada por la copia restante o por otras proteínas
del mismo complejo de replicación.
A la luz del trabajo de Óscar
Fernández-Capetillo, jefe del Grupo de Inestabilidad Genómica del Centro
y quien ha dirigido la investigación, este no es el caso para POLD3: la
pérdida de una sola copia del gen es suficiente para reducir la
capacidad de división de las células durante el desarrollo embrionario
de los ratones, lo que hace que incluso algunos de los ratones
heterocigotos (carentes de una de las dos copias del gen) no lleguen a
nacer o mueran en el primer mes de vida.
La disminución de los niveles de POLD3 a la mitad es suficiente para afectar significativamente a la duplicación del genoma
Además, la eliminación completa de la proteína ya en animales adultos provoca su fallecimiento al cabo de unos pocos días.
“Esto
nos dice que POLD3 es una proteína absolutamente esencial para la
replicación del genoma”, asegura Matilde Murga, primera autora del
trabajo e investigadora postdoctoral del equipo de Fernández-Capetillo.
“Su función en la replicación es tan clave que es la primera proteína
identificada como haploinsuficiente en este proceso, es decir, la
disminución de sus niveles a la mitad es suficiente para afectar
significativamente a la duplicación del genoma”.
POLD3 fue
identificada como parte del complejo de la ADN Polimerasa, encargada de
hacer la copia de la molécula del ADN. Sin embargo, hace dos años un
trabajo sugería que su papel no era esencial para la copia del material
genético, sino para un tipo de reparación del ADN (BIR, replicación de
ruptura inducida por sus siglas en inglés) muy importante para la
supervivencia de las células cancerosas.
Si bien el presente
trabajo no descarta que POLD3 pueda intervenir en la reparación del ADN,
pone de manifiesto que además de esta función, desempeña otra
indispensable para la división celular. “Si se quiere revisitar el
potencial de POLD3 como diana antitumoral, habría que identificar modos
de inhibir su función en la reparación del ADN sin afectar a la
replicación”, sostiene Oscar Fernández-Capetillo.
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