Ataque al corazón, facturas de cadera neumonía y ahora, problemas en el riñón. Al fármaco más consumido en España, el omeprazol,
y uno de los más usados en todo el mundo, le están saliendo algunos
efectos adversos no deseados. El último, según se informa en «Journal of the American Society of Nephrology», son los problemas renales. El estudio, realizado por la Universidad de Washington en Saint Louis,
sugiere que el uso a largo plazo de ciertos medicamentos comúnmente
utilizados para tratar la acidez estomacal, el reflujo ácido y las
úlceras de estómago puede tener efectos dañinos en los riñones.
El ránking de medicamentos por número de envases consumidos con receta a cargo del Sistema Nacional de Salud de nuestro país, lo encabeza el omeprazol, un antiácido y protector estomacal. Para evaluar la seguridad de esta clase de fármacos, los investigadores dirigidos por Yan Xie y Ziyad Al-Aly analizaron la información de bases de datos nacionales del Departamento de Asuntos de Veteranos. Así identificaron 173.321 nuevos consumidores de estos fármacos y 20.270 nuevos usuarios de bloqueadores de los receptores H2 de la histamina, una clase alternativa de fármacos también empleada para suprimir el ácido del estómago.
Después de hacerles un seguimiento de más de cinco años, los investigadores vieron que aquellos que tomaban antiácidos eran más propensos a experimentar pérdida de función renal que los que tomaban bloqueadores de los receptores H2. Además también tenían un 28% más de riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica y un 96% más de desarrollar insuficiencia renal.
No es este el primer estudio que advierte de los ‘efectos colaterales’ de estos medicamentos. Un estudio publicado en «Plos One» señalaba que los adultos que utilizan inhibidores de la bomba de protones tienen entre un 16 y 21 por ciento más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón que las personas que no toman estos medicamentos antiácidos comúnmente prescritos.
Otro informe de la revista «Journal of the American Medical Association» (JAMA) indicaba que los fármacos para combatir la acidez estomacal podrían aumentar el riesgo de sufrir una fractura de cadera si se toman de forma continuada. Realizado en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), el estudio demostraba que medicamentos tan populares como el «omeprazol» y otros «inhibidores de la bomba de protones» interfieren en la síntesis del calcio y debilitan la salud ósea. Y de hecho, las personas que consumieron estos protectores gástricos durante más de un año tenían hasta un 44% más de riesgo de sufrir una fractura de cadera.
Pese a estos problemas, los especialistas reconocían que «la eficacia de estas drogas en el tratamiento de los síntomas gastrointestinales es excelente, pero parecen tener algunos significativos inconvenientes».
Los resultados de estos estudios sugieren que el uso a largo plazo de los IBP puede ser perjudicial para los riñones y debe evitarse. Su uso no solo puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica, sino también elevar las posibilidades de progresión hacia insuficiencia renal.
Los resultados de este nuevo trabajo también proporcionan información para futuras investigaciones sobre la seguridad de los medicamentos. «El estudio sirve como modelo para aprovechar la disponibilidad de grandes volúmenes de datos y análisis avanzados para determinar los perfiles de seguridad a largo plazo de medicamentos de uso común y promover la farmacovigilancia», concluye Xie.
Fuente: ABC
El ránking de medicamentos por número de envases consumidos con receta a cargo del Sistema Nacional de Salud de nuestro país, lo encabeza el omeprazol, un antiácido y protector estomacal. Para evaluar la seguridad de esta clase de fármacos, los investigadores dirigidos por Yan Xie y Ziyad Al-Aly analizaron la información de bases de datos nacionales del Departamento de Asuntos de Veteranos. Así identificaron 173.321 nuevos consumidores de estos fármacos y 20.270 nuevos usuarios de bloqueadores de los receptores H2 de la histamina, una clase alternativa de fármacos también empleada para suprimir el ácido del estómago.
Después de hacerles un seguimiento de más de cinco años, los investigadores vieron que aquellos que tomaban antiácidos eran más propensos a experimentar pérdida de función renal que los que tomaban bloqueadores de los receptores H2. Además también tenían un 28% más de riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica y un 96% más de desarrollar insuficiencia renal.
No es este el primer estudio que advierte de los ‘efectos colaterales’ de estos medicamentos. Un estudio publicado en «Plos One» señalaba que los adultos que utilizan inhibidores de la bomba de protones tienen entre un 16 y 21 por ciento más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón que las personas que no toman estos medicamentos antiácidos comúnmente prescritos.
Otro informe de la revista «Journal of the American Medical Association» (JAMA) indicaba que los fármacos para combatir la acidez estomacal podrían aumentar el riesgo de sufrir una fractura de cadera si se toman de forma continuada. Realizado en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), el estudio demostraba que medicamentos tan populares como el «omeprazol» y otros «inhibidores de la bomba de protones» interfieren en la síntesis del calcio y debilitan la salud ósea. Y de hecho, las personas que consumieron estos protectores gástricos durante más de un año tenían hasta un 44% más de riesgo de sufrir una fractura de cadera.
Otro estudio elaborado durante siete años, que incluyó a 364.683 personas y fue desarrollada por científicos del Centro Médico Universitario de Radboud (Holanda), aseguraba que las personas que consumían estos medicamentos podían tener ante un riesgo elevado de desarrollar neumonía. También publicado en JAMA, el estudio asociaba su consumo con un aumento del 27% en el riesgo de padecer neumonía, porcentaje que se eleva a una cifra no determinada si estos fármacos corresponden a inhibidores de la bomba de protones (omeoprazol) o los antagonistas de los receptores H2 (ranitidina).
Pese a estos problemas, los especialistas reconocían que «la eficacia de estas drogas en el tratamiento de los síntomas gastrointestinales es excelente, pero parecen tener algunos significativos inconvenientes».
Los resultados de estos estudios sugieren que el uso a largo plazo de los IBP puede ser perjudicial para los riñones y debe evitarse. Su uso no solo puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica, sino también elevar las posibilidades de progresión hacia insuficiencia renal.
Los resultados de este nuevo trabajo también proporcionan información para futuras investigaciones sobre la seguridad de los medicamentos. «El estudio sirve como modelo para aprovechar la disponibilidad de grandes volúmenes de datos y análisis avanzados para determinar los perfiles de seguridad a largo plazo de medicamentos de uso común y promover la farmacovigilancia», concluye Xie.
Fuente: ABC
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