El estudio, publicado en la revista «Science Immunology», muestra que las plaquetas ayudan a las células cancerígenas a esconderse del sistema inmune al bloquear la actividad de los linfocitos T.
Y lo que es más importante, demuestra cómo una nueva inmunoterapia
resulta mucho más efectiva frente al cáncer –melanoma– cuando se
administra en combinación con un antiagregante plaquetario –caso de la
consabida aspirina.
Como explica Zihai Li, director de la
investigación, «en los últimos años se ha observado que las plaquetas
hacen mucho más que participar en la coagulación. Así, estamos muy
emocionados con los resultados. Podemos probar agentes
antiplaquetarios sencillos que se encuentran en cualquier farmacia para
mejorar significativamente la acción del sistema inmune y marcar la
diferencia a la hora de tratar a los pacientes con cáncer».
Distintos estudios han sugerido que las plaquetas pueden
‘colaborar’ en la progresión del cáncer. Por ejemplo, se sabe que los
pacientes oncológicos con una capacidad excesiva de coagulación asociada
al tumor tienen un peor pronóstico. Y a ello se aúna, como muestra la
nueva investigación, que el desarrollo del cáncer –en este caso, del
melanoma– es mucho más lento y los linfocitos T son mucho más activos en
los modelos animales –ratones– que han sido manipulados genéticamente
para producir unas plaquetas defectuosas.
Pero, ¿qué
hacen exactamente las plaquetas para ayudar al cáncer a ocultarse del
sistema inmune y, así, ‘traicionar’ a su propio organismo? Pues, simple y
llanamente, liberan una molécula denominada ‘factor de crecimiento
transformante beta’ (TGF-beta) que suprime la actividad de los
linfocitos T. De hecho, hace décadas que se sabe que TGF-beta juega un
papel fundamental en el crecimiento de los tumores. Sin embargo, la
mayoría de TGF-beta circulante es inactivo. Pero las plaquetas tienen
una proteína en su superficie que, llamada ‘GARP’, captura este TGF-beta
y lo activa. El resultado es que las plaquetas se convierten en
la principal fuente de TGF-beta activado que utilizan las células
cancerígenas para bloquear la actividad de los linfocitos T.
En
el estudio, los autores evaluaron la eficacia de la ‘transferencia
adoptiva de linfocitos T’ –o ‘terapia con células anticancerígenas T’ (T
CAR)– en ratones con melanoma o cáncer colorrectal. Concretamente, la T
CAR es una inmunoterapia experimental para el cáncer en la que se
extraen linfocitos T del propio paciente, se exponen a las células
malignas para que aprendan a identificarlas, se cultivan en el
laboratorio y, una vez alcanzan un número considerable, se vuelven a
introducir –o según la terminología científica, ‘transferir
adoptivamente’– en el enfermo para que combatan el tumor.
Los
resultados mostraron que la T CAR fue mucho más eficiente a la hora de
inhibir el crecimiento tumoral en aquellos animales genéticamente
modificados para producir plaquetas sin la proteína GARP. Un hallazgo
que, como refieren los propios autores, «indica que las
plaquetas sin la capacidad para capturar y activar el TGF-beta no fueron
capaces de suprimir la actividad de los linfocitos T antitumorales».Sin
embargo, y evidentemente, la modificación genética con objeto de
inducir la producción de plaquetas defectuosas no puede contemplarse
como un posible tratamiento en los seres humanos. Entonces, ¿cuál podría
ser la alternativa? Pues utilizar antiagregantes plaquetarios. De
hecho, los resultados mostraron que la adición de antiagregantes
plaquetarios –tanto de aspirina como del fármaco ‘clopidogrel’– a la T
CAR en ratones con plaquetas ‘normales’ se asoció con un incremento de
la supervivencia y con una reducción de las recurrencias tumorales en
estos animales.
En definitiva, como concluyen
los autores, «nuestro estudio ofrece una razón de peso para evaluar el
empleo de antiagregantes plaquetarios en los ensayos clínicos con la T
CAR. En los pacientes con melanoma u otros tipos de cáncer, la T CAR
puede ser exitosa con la simple adición de antiagregantes plaquetarios
tan sumamente asequibles como la aspirina».
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