A principios de marzo, investigadores de EEUU presentaban ante la comunidad científica el caso de un bebé
que había sido capaz de controlar el VIH pese a llevar varios años sin
tratamiento. Aunque se trata de un caso excepcional, no es el único.
Laboratorios de todo el mundo estudian algunos casos excepcionales de
pacientes con una capacidad natural de resistir a la
infección.
Estos son alrededor del 3% de todos lospacientes con VIHy esta población es capaz de controlar el virus que hay en su organismo de
manera natural, sin haber recibido nunca antirretrovirales y con unas
cargas virales muy bajas. El 80% de ellos presenta dos características
genéticas peculiares (HLAB57 y B27), aunque esto no es
suficiente ya que hay otros pacientes con VIH que también tienen estas
peculiaridades y no son controladores.
En inglés, 'long term no progressors'. Algunos de ellos son además,
controladores de elite (porque si carga viral es indetectable en
sangre), pero el criterio que se usa para definirlos tiene que ver con
sus defensas. Como explica el doctor Josep María Gatell, jefe del
servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona,
estos pacientes no pierden defensas, pese a que tienen el virus en su
organismo y no toman ningún tratamiento. Existen alrededor de 25 grupos
en todo el mundo estudiando a estos pacientes que pueden llevar más de 20 años infectados
sin ningún síntoma y sin que su organismo se deteriore como ocurriría
en condiciones normales (con niveles de CD4 por encima de 500 durante
más de una década).
Asier Sáez-Cirión lidera el estudio del Instituto Pasteur
con un grupo especial de 14 pacientes. Su peculiaridad es que fueron
tratados en un momento muy inicial de la infección (a los pocos días de
infectarse) y tras una media de tres años con antirretrovirales, dejaron
la medicación. Según acaban de publicar en la revista 'PLoS Pathogens',
todos ellos han logrado una curación funcional al cabo de siete años y
medios sin tratamiento. El virus sigue en su organismo en cantidades
ínfimas (sólo puede detectarse con técnicas ultrasensibles), pero no les
causa ningún daño. De momento no se sabe exactamente la causa de su
curación, ni tampoco si en el futuro podrían 'perder el control' y
experimentar un repunte.
En poblaciones de prostitutas de Nairobi (Kenia), por ejemplo, se ha
observado que ciertos sujetos muy expuestos al virus nunca resultan
infectados. En estos casos, prosigue Sáez-Cirión, se ha observado otra
mutación predominante y que parece jugar un papel clave para que no
resulten contagiados pese a estar en contacto estrecho con el VIH, en
relaciones sexuales en parejas serodiscordantes, por ejemplo. Esa
mutación es CCR5, que parece hacerles más resistentes al virus, y que
fue la misma que se empleó en el trasplante de médula de Tim Brown.
José Alcamí, responsable del programa de Inmunopatología del Sida del
Instituto de Salud Carlos III, señala que se trata de apenas un grupo
que representa apenas el 0,1% de todos los casos. "Son pacientes con una
carga viral muy alta, un virus muy activo pero que, pese a todo, no
daña sus defensas. Sus CD4 no mueren". El paciente
Berlín. Brown, más conocido como el 'paciente de Berlín', recibió un
trasplante de médula a consecuencia de una leucemia. Su hematólogo buscó
un donante que, además de compatible, fuese portador de esa mutación
'protectora'. El reemplazo de su médula permitió erradicar completamente
de su organismo y lleva años sin tomar antirretrovirales.
A diferencia de Brown, existen otros dos pacientes
cuya médula ha conseguido eliminar completamente el VIH, pero de
momento sí están tomando medicación. "El equipo que lleva el caso en
Massachusetts tiene previsto interrumpir el tratamiento a lo largo de
este año, pero quieren estar completamente seguros de que la médula del
donante ha repoblado completamente la suya y no queda rastro de sus
células", explica el investigador español.
En el caso del bebé americano, Sáez-Cirión asegura que de alguna manera este caso se parece al de su estudio. El recién nacido tomó antirretrovirales en una fase
muy inicial de la infección y después de varios años interrumpió la
medicación por causas desconocidas. Ahora, igual que los pacientes
franceses, su organismo es capaz de mantener el virus a raya sin
fármacos, pese a que sí tiene una ínfima carga viral (sólo detectable
con técnicas ultrasensibles). Sin embargo, como recuerdan Alcamí y
Gatell, muchos recién nacidos reciben antirretrovirales en las primeras
horas de vida y eso no hace que desaparezca la infección si dejan la
medicación. En el futuro, algún ensayo clínico deberá tratar de
responder qué tenía de excepcional este niño estadounidense.
Desconocía totalmente este caso. Gracias por la aportación.
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