Si ha habido una constante en 3.500 millones de años
de evolución, esta ha sido la naturaleza de la información hereditaria,
basada en la doble hélice y un código genético de cuatro letras o bases
del ADN apareadas dos a dos.
Un equipo científico de California ha introducido un
nuevo par de bases enteramente artificiales en el ADN de una bacteria. Y
ha comprobado que son capaces de replicarse y transmitirse de manera
estable generación tras generación, justo como sus cuatro colegas
naturales.
Esta es la primera vez que el lenguaje básico de la biología y el objetivo de sus creadores es construir una plataforma
óptima para mejorar la producción de fármacos y unos biocombustibles más
sostenibles para el medio, también para generar microbios capaces de
restaurar los entornos más dañados por los vertidos químicos y otras
actividades industriales.
Como explica el jefe del equipo científico, Floyd Romesberg, ninguna
de estas bacterias sabrá cómo sintetizar sus nuevas bases artificiales
—necesitarán que los técnicos se las aporten como un nutriente externo—,
lo que elimina la posibilidad de que puedan escaparse, y evolucionar por
su cuenta.
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