Un
estudio coliderado por investigadores del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) revela que los antibióticos producen
cambios en los patrones microbianos y metabólicos del intestino. Los
investigadores, que han analizado por primera vez las bacterias, genes,
enzimas y moléculas que forman la microbiota intestinal de pacientes
tratados con antibióticos, publican sus resultados en la edición digital
de la revista Gut.
El
intestino está poblado por un trillón de bacterias, que se conocen en
su conjunto como microbiota o flora intestinal, y que han coevolucionado
en simbiosis con el ser humano. Según este trabajo, el tratamiento con
antibióticos puede alterar esta simbiosis desde etapas tempranas de la
terapia.
“Aunque
alguno de los cambios producidos son oscilatorios, y pueden ser
revertidos al acabar el tratamiento, otros parecen irreversibles”,
afirma uno de los coordinadores del estudio, el investigador del CSIC
Manuel Ferrer, que trabaja en el Instituto de Catálisis y
Petroleoquímica.
La
investigación, que ha contado con la colaboración del Instituto
Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de
Valencia, el Centro Superior de Investigación en Salud Pública, la
Universidad CEU San Pablo y el Centro de Investigación Biomédica en Red
en Epidemiología y Salud Pública, ha comparado muestras de heces de un
paciente tomadas antes, durante y al finalizar el tratamiento.
Según
los resultados, la biodiversidad de las bacterias que forman la
microbiota intestinal disminuye durante el tratamiento hasta el punto de
alcanzar su mínimo 11 días después del inicio. Sin embargo, al acabar
la terapia, la situación se revierte y el paciente presenta una
población bacteriana similar a la que tenía al principio.
No
obstante, según Ferrer, la investigación “demuestra por primera vez que
las bacterias intestinales presentan una menor capacidad de producción
de proteínas, así como deficiencias en actividades clave, durante y al
finalizar el tratamiento”. En concreto, el estudio sugiere que la
microbiota intestinal presenta una menor capacidad para asimilar hierro y
digerir ciertos alimentos así como de producir moléculas esenciales
para el organismo.
El
estudio también revela que bacterias poco abundantes en la flora
intestinal, pero poco activas al inicio del tratamiento, sí lo son al
acabar y pueden llegar a tener un papel relevante en el intestino como
consecuencia directa de los antibióticos. Según los investigadores, el
estudio muestra que “dichas bacterias podrían ser responsables de
mejorar la interconexión entre el hígado y el colon y la producción de
moléculas esenciales como ácidos biliares, hormonas y derivados del
colesterol”.
“Solo
a través de un análisis global y detallado de diferentes antibióticos y
personas de distinto origen geográfico, edad o estado de salud se
pueden llegar a alcanzar terapias e intervenciones quirúrgicas
personalizadas”, apunta Andrés Moya, investigador del Centro Superior de
Investigación en Salud Pública y colíder del trabajo.
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