La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune
neurodegenerativa severa donde el organismo ataca y degrada las vainas
de mielina de los nervios. Estas estructuras son parecidas al aislante
que recubre los cables: cuando se pierde, la transmisión de impulsos
nerviosos se vuelve más lenta o incluso desaparece. La función de la
proteína Galectina-1 (Gal-1) había sido descubierta en estudios previos
por Gabriel Rabinovich, investigador principal del CONICET (Argentina), y
un estudio reciente demostró que, en el cerebro, es clave para
controlar la inflamación que lleva a la pérdida de neuronas en pacientes
con EM.
“En esta patología el sistema inmune está sobreactivado
y ataca a los nervios, lo que causa los síntomas de los pacientes”,
explica Rabinovich, director del equipo internacional de investigación.
Los
resultados en animales de laboratorio muestran que la administración de
Gal-1 previene la pérdida de las vainas de mielina, impide el avance de
la EM, lleva a la recuperación de las neuronas afectadas y revierte los
síntomas a través de un mecanismo de desactivación de un tipo celular
llamado “microglia M1”. Los resultados fueron publicados en la
prestigiosa revista Immunity, del grupo Cell.
Pero estos
resultados también abren para el futuro perspectivas terapéuticas no
sólo para la EM sino también otras patologías neurodegenerativas. Para
Lawrence Steinman, profesor de neurología y ciencias neurológicas en la
Universidad de Stanford, Estados Unidos, estos hallazgos podrían ayudar a
individuos con enfermedades neuroinflamatorias como Alzheimer o
patologías de las neuronas motoras.
“Galectina-1 es producida
por células especializadas llamadas astrocitos y su función es
desactivar la microglia M1, un conjunto de células del sistema inmune
innato que se ubica entre las neuronas”, dice Rabinovich.
Cuando
la microglia está sobreestimulada libera sustancias que causan un
evento inflamatorio muy fuerte y lleva a la degeneración neuronal.
Existen dos formas de activación: M1, la más ‘fuerte’, que libera una
serie de sustancias pro-inflamatorias que causan la pérdida de la vaina
de mielina; y la M2, más ‘moderada’. Justamente, Gal-1 actuaría como el
interruptor que hace que las células de la microglia cambien de un
estado a otro.
“Gal-1 es esencialmente un regulador del sistema
inmune”, explica Iván Mascanfroni, investigador asistente del CONICET y
primer autor del trabajo junto con Sara Starossom, “y en las
enfermedades autoinmunes como la EM su función en el cerebro es actuar
sobre la microglia para que permanezca en el estado M2 y controlar así
la inflamación”.
Cuando se administra Gal-1, se activa M2 y los
síntomas remiten. Con el tiempo, se recuperan los nervios afectados y
los síntomas desaparecen durante la fase aguda de la enfermedad.
“En
animales de experimentación observamos, además, que cuando se inyecta
Gal-1 desaparece la microglia M1, se regeneran los axones y comienza el
proceso de mielinización nuevamente”, grafica Rabinovich, y agrega que
esto lleva a que los síntomas de parálisis se reviertan en el paciente.
A
partir de los resultados obtenidos, el grupo comenzó a explorar
diferentes alternativas para llevar estos hallazgos al ámbito
terapéutico. “Gal-1 tiene un potencial muy grande porque hasta hoy no
hay tratamientos totalmente efectivos para los pacientes con EM que
experimentan picos de la enfermedad y recaídas durante toda su vida”,
dice Mascanfroni.
El investigador explica que, en el cerebro, la
microglia M2 actúa como un agente de limpieza: remueve las células
muertas, como ocurre en el Parkinson, y los depósitos de proteínas que
se forman en el mal de Alzheimer, por ejemplo.
Con estos
resultados, comenzaron a trabajar con Jorge Correale, jefe de Servicio
de Neuroinmunología y Enfermedades Desmielinizantes de FLENI para
evaluar su uso como potencial tratamiento.
Correale asegura “si
podemos reproducir en pacientes con esclerosis múltiple los resultados
que se observaron con Gal-1 en los modelos animales, entonces estamos
viendo una alternativa novedosa que funciona en forma muy diferente a
los fármacos disponibles en la actualidad para esta patología”, afirma.
Según
Rabinovich, lo interesante de Gal-1 es que afecta selectivamente la
función de las células del sistema inmunológico responsables de la
patología inflamatoria en las enfermedades autoinmunes.
“En las
infecciones es importante que el organismo esté alerta para defendernos.
Por eso, estos mecanismos de Gal-1 actúan por pulsos durante el pico de
la EM, cuando es necesario desactivar la microglia, y después
desaparece”, enfatiza.
En dos estudios previos, publicados en la
revista Nature Immunology, el grupo de Rabinovich demostró que Gal-1
mantiene el balance de la respuesta inmune al suprimir la acción de dos
grupos celulares, los linfocitos T y células dendríticas – componentes
del sistema inmune que circulan en forma constante durante la
enfermedad.
De forma complementaria, este nuevo estudio permitió
descubrir la función de Gal-1 en el sistema nervioso durante el
desarrollo de estas patologías. “El trabajo nos permitió además aprender
mucho del sistema nervioso a partir de la colaboración con Samia Khoury
y Sara Starossom, de la Universidad de Harvard en Boston”, analiza el
investigador.
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