Estudios experimentales de la Universidad Autónoma de Madrid (España)
han contribuido a determinar el papel que juegan los ocho ojos de la
tarántula cuando necesita orientarse para regresar a su nido. Sus
resultados evidencian que utiliza la luz polarizada del cielo para
resolver el problema de la determinación de su posición en relación con
el nido y que captan esta luz solo por uno de los cuatro pares de ojos,
los medianos anteriores.
“Estudios análogos de comportamiento
guiado visualmente en la vuelta al nido se habían realizado hasta ahora
sobre todo en insectos sociales como la abeja de la miel y hormigas del
desierto, pero existen pocos análisis realizados en arañas”, explica
Joaquin Ortega Escobar, investigador de la UAM especializado en los
mecanismos de orientación de la tarántula.
La araña Lycosa
tarantula posee cuatro pares de ojos: ojos medianos anteriores (OMA),
ojos medianos posteriores (OMP), ojos laterales anteriores (OLA) y ojos
laterales posteriores (OLP). ¿En el proceso de vuelta a casa, cuáles de
los cuatro pares de ojos le sirven a la tarántula para determinar su
posición en relación al nido y la distancia que ha recorrido?
Los
estudios han evidenciado que, bajo condiciones naturales, la tarántula
utiliza la luz polarizada del cielo para resolver el problema de la
determinación de su posición respecto al nido. También han aclarado que
el patrón de luz polarizada celeste es captado solo por uno de los
cuatro pares de ojos con los que cuenta el artrópodo: los ojos medianos
anteriores (OMA), que disponen de fotorreceptores adecuados para dicha
percepción y su campo visual está dirigido hacia el cenit.
Según
añade Ortega Escobar, “en el laboratorio ya habíamos logrado también
determinar que era necesaria información lumínica para que el animal
pudiera realizar el giro necesario para volver a su nido, y que esa
información era captada únicamente por un par de ojos, los ojos
laterales anteriores (OLA)”.
En un estudio más reciente,
publicado en el Journal of Experimental Biology, el investigador
constató un avance. En concreto, logró determinar cuál de los cuatro
pares de ojos está implicado en la detección de los cambios visuales del
sustrato sobre el que se desplaza el animal cuando vuelve a su nido.
Para
determinar lo anterior, los animales fue entrenados a salir de su nido
caminando sobre un sustrato consistente en una rejilla de bandas
alternantes negras y blancas de una anchura de 3 milímetros, cuya
orientación era perpendicular al sentido de desplazamiento de los
animales.
Durante el experimento, la rejilla se giraba 90º de tal
manera que su orientación quedara paralela a la dirección teórica de
vuelta al nido. En los desplazamientos de entrenamiento, la dirección
media hacia la que caminaban los animales no era estadísticamente
diferente de la del nido. En los desplazamientos del test, la dirección
media era estadísticamente diferente de la del nido.
El estudio
planteó también la cuestión de a través de qué par de ojos se percibía
el cambio de orientación del substrato. Para ello, se realizó el mismo
experimento pero con un grupo de animales en el que los únicos ojos
destapados eran los OLA, y otro grupo en el que los únicos ojos tapados
eran esos mismos.
El resultado fue que el primer grupo no se
orientaba con precisión hacia el nido, mientras que en el segundo grupo
sí tenía una orientación precisa. Por lo tanto, concluye el investigador
en su estudio, los animales que ven solo con los ojos laterales
anteriores sí perciben la rotación del substrato, mientras que los que
ven con el resto de los ojos se comportan como si no se hubiera rotado
el substrato.
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