Un estudio pionero, publicado en la revista Nature Genetics, explora un
nuevo mecanismo que puede contribuir al desarrollo de diversos tumores,
incluyendo la leucemia linfática crónica, una forma de cáncer que afecta
a más de mil nuevos pacientes cada año en España.
Este trabajo,
dirigido por María Blasco, directora del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO), Carlos López-Otín, del Instituto
Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo y Elías Campo,
del Hospital Clínic/Universidad de Barcelona, representa un nuevo avance
del Consorcio Español para el estudio del Genoma de la Leucemia
Linfática Crónica.
“La leucemia linfática crónica es la leucemia
más frecuente en los países occidentales”, comenta López-Otín. “Una vez
descifrados los cambios genéticos y epigenéticos más frecuentes en su
desarrollo, es necesario conocer los mecanismos bioquímicos alterados,
para poder mejorar el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad”.
Siguiendo
los trabajos previos dirigidos por Campo y López-Otín, publicados en
Nature y Nature Genetics en los dos últimos años, los investigadores se
centraron en las mutaciones que afectan a POT1, uno de los genes
implicados en la protección de los extremos de los cromosomas, los
telómeros. Es la primera vez que aparece mutado en un cáncer humano un
gen con esta función.
“Llevamos
mucho tiempo estudiando la biología de los telómeros, ya que
alteraciones en su mantenimiento se asocian al cáncer y también al
envejecimiento. Aunque se conocen mecanismos por los que las células
tumorales alteran sus telómeros, las mutaciones en POT1 revelan otra
ruta hasta ahora desconocida”, señala Blasco.
Cada cromosoma
tiene en su extremo, en los telómeros, un capuchón protector formado por
proteínas, y POT1 es la ‘grapa’ que lo fija uniéndolo al ADN
telomérico. Todas las mutaciones ahora halladas en POT1 impiden a este
gen cumplir su función. El ADN del extremo del cromosoma se queda por
tanto sin su cubierta protectora.
En el trabajo que ahora se
publica, los investigadores han encontrado que el 3,5% de los pacientes
con leucemia linfática crónica presenta mutaciones en POT1, pero esta
cifra asciende al 9% del subgrupo de pacientes con una forma
especialmente agresiva de la enfermedad.
Para los autores, el
estudio de la ruta bioquímica que lleva de estas anomalías al
crecimiento descontrolado de los linfocitos B puede proporcionar
importantes claves sobre la leucemia linfática crónica y sobre el cáncer
en general.
Además, tras analizar el genoma de 341 pacientes de
leucemia linfática crónica –comparando en cada caso los genes de células
sanas con los de células tumorales–, los investigadores han descubierto
que POT1 es uno de los genes más frecuentemente mutados en esta
enfermedad.
Los resultados previos del Consorcio Español para el
estudio del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica, financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad, ya habían mostrado que en esta
enfermedad intervienen más de mil mutaciones, y que cada paciente
presenta una combinación única de centenares de ellas.
Es más,
los diversos genes mutados identifican subgrupos relativamente pequeños
de pacientes con características diferentes en su enfermedad. De hecho,
las mutaciones que más se repiten se dan en solo el 15% de los
pacientes. Aun así, su identificación representa un gran avance, “porque
es un paso hacia el objetivo de las terapias personalizadas, adaptadas
al perfil genético de cada tumor”.
“Los pacientes con mutaciones
en POT1 pertenecen al grupo con peor pronóstico. Por tanto, la
intervención terapéutica sobre esta ruta podría ayudar al tratamiento de
un grupo de pacientes cuyas perspectivas clínicas son, en la
actualidad, muy desfavorables”, concluye Campo.
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