Un consorcio internacional de más de 30 entidades de investigación
científica, coordinadas por especialistas del Instituto Nacional francés
de Investigación Agronómica (INRA) y de otras instituciones, ha
conseguido descifrar el complejo genoma de la planta Brassica napus L.,
conocida con nombres populares como colza o canola, y de cuyas semillas
se extrae un aceite con múltiples usos, dentro y fuera del ámbito
alimentario. Este es el cultivo de aceite de semilla más importante en
Europa, Canadá y Australia.
La colza está considerada una especie reciente, dado que se formó
como tal hace unos 7.500 años por una hibridación entre la B. rapa y la
B. oleracea, seguida por una duplicación cromosómica.
Si bien casi todos los animales tienen dos grupos de cromosomas, uno
de origen materno y otro de origen paterno, bastantes vegetales son
poliploides, lo que significa que tienen más de dos grupos de
cromosomas.
El equipo de Boulos Chalhoub ha mostrado que aparte de la hibridación
postneolítica que llevó a su formación, la planta del aceite de colza
posee uno de los genomas más duplicados de entre los de todas las
plantas con flores (angiospermas), debido a los numerosos episodios
antiguos de poliploidía que sucedieron durante su evolución. Este
fenómeno recurrente llevó a la acumulación de un gran número de genes,
101.000 en total, la densidad de genes más alta en comparación con la de
cualquier otro organismo secuenciado con anterioridad, y una cifra más
de cuatro veces mayor que la de 20.000 a 25.000 genes de los humanos-
Dado que todas las plantas con flores se originaron a partir de
episodios de poliploidía, pero en la mayoría de los casos hace millones
de años, el genoma postneolítico de la planta del aceite de colza
proporciona información única sobre los procesos evolutivos tempranos de
especiación vegetal. Curiosamente, en estos pocos miles de años
transcurridos desde su aparición, la B. napus ha mantenido casi todos
los genes de sus especies paternas. Los científicos señalan que la
mayoría de los genes en la colza están duplicados; en otras palabras,
los genes se hallan presentes en dos copias, con secuencias que van
desde similares hasta casi idénticas. Casi todos estos genes duplicados
participan conjuntamente en la función genética.
Dado que la colza es una especie muy reciente, aún tiene un alto
potencial para la mejora genética. La secuenciación de su genoma es un
recurso único en el mundo y ofrece grandes oportunidades para
identificar genes de interés agrícola y usarlos rápidamente en programas
de reproducción. Sería por tanto posible mejorar su productividad, el
contenido y composición del aceite, su resistencia a los patógenos, su
tolerancia al frío, e incluso su eficiencia en el uso de nitrógeno.
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