El genoma de 220 personas de 11 poblaciones subsaharianas —el mayor
estudio africano hasta la fecha— confirma que los bosquimanos San
descienden en línea directa de los primeros humanos modernos, que
evolucionaron en el sur de África hace más de 100.000 años. El trabajo
identifica los seis genes clave del desarrollo del cráneo y el cerebro
que fueron objeto de selección darwiniana en aquella época, y que
probablemente crearon la anatomía humana moderna en un plazo
relativamente breve. Otros fenómenos genéticos posteriores subyacen a
las adaptaciones de una población u otra al entorno, y afectan a la
potencia muscular, la protección contra la radiación ultravioleta -el
color de la piel- y la respuesta inmunológica contra nuevas infecciones.
Los bosquimanos hablan lenguajes-clic, en los que que las consonantes
suenan como el chasquido que todos hacemos para indicar fastidio, o
como el sonido de un beso. De hecho, el primer investigador en proponer
que los San y otros bosquimanos representaban a la población ancestral
de la humanidad moderna no fue un genetista, sino un lingüista: Joseph
Greenberg, de la Universidad de Stanford, que propuso en los años
sesenta que los lenguajes clic, hablados por pequeñas poblaciones de
bosquimanos salpicadas por el sur y el este de África, formaban en
realidad una sola familia lingüística, el khoisán.
Pero es la genética, y también la arqueología más reciente, la que ha
rescatado la hipótesis de Greenberg de un olvido tenaz que, en
realidad, se originó en el mismo momento de su formulación. El gran
lingüista y antropólogo murió en 2001, mucho antes de poder saber lo
acertadas que iban a resultar sus teorías.
El nuevo trabajo es producto de una colaboración entre biólogos
evolutivos, antropólogos, neurocientíficos y genetistas médicos
coordinados por Himla Soodyall, de la Universidad de Witwatersrand en
Johannesburgo, y Mattias Jakobsson, de la de Uppsala, Suecia. Los
resultados se adelantan en la edición electrónica de Science.
"Los San tienen algo especial que añadir al mundo tanto genética como
cultural y éticamente", dice Jakobbson como justificación de su
trabajo. "La importancia de nuestro estudio es que pone el patrimonio
San en el sitio que le corresponde en la historia, y también aporta el
telón de fondo genético para estudios futuros".
Los investigadores han analizado 2,3 millones de snips (acrónimo inglés para "single nucleotide polymorphisms", polimorfismos de un solo nucleótido), o variaciones de una sola letra
en la secuencia del ADN (tcctgataag..., el genoma humano tiene 3.000
millones de letras). Y los han comparado en un promedio de 20 individuos
de 11 poblaciones, de la mitad sur del continente, la mayoría de ellas
hablantes de lenguajes clic, o khoisán. Esta es la mayor masa de
información genética sobre las poblaciones subsaharianas obtenida hasta
ahora.
"La divergencia más profunda en el seno de toda la humanidad viviente
ocurrió hace unos 100.000 años", explica la primera firmante del
trabajo, Carina Schlebusch, investigadora posdoctoral en Uppsala, en
referencia a la separación genética entre los San y el resto de los
pobladores del planeta, incluida la inmensa mayoría de la población
africana. "Esa fecha es mucho antes de que los humanos modernos migraran
fuera de África (hace unos 60.000 años), y el doble de antigüedad que
el tiempo de divergencia de los pigmeos de África central y los
cazadores-recolectores del Este".
Cuando dos poblaciones se han separado hace poco, como las de Oriente
Próximo y el Mediterráneo occidental, sus genomas se parecen mucho, es
decir, muestran una escasa divergencia. A mayor divergencia, mayor
antigüedad de la separación entre ambas. Con muchos datos de este tipo,
los genetistas han logrado reconstruir un mapa sorprendentemente
detallado de la gran historia de las migraciones humanas. Y la mayor
divergencia de todas -luego la separación más antigua- es la que se da
entre los bosquimanos San y cualquier otra población del planeta. Es la
forma que tienen los evolucionistas de reconstruir el pasado.
Soodyall, una de las codirectoras del estudio, que trabaja en el
Laboratorio Nacional de Salud sudafricano, ha tenido una larguísima
relación con los San y otros bosquimanos del sur del continente, y al
igual que su colega Jakobsson hace una lectura histórica de los
resultados del trabajo. Dice que son "un tributo fenomenal a los pueblos
indígenas Khoe y San, a los que damos una oportunidad de reclamar su
lugar en la historia del mundo". Soodyall, Jakobsson y otros autores del
estudio tienen previsto visitar este mes a los grupos San del desierto
de Kalahari para agradecerles su colaboración.
Las poblaciones de bosquimanos han padecido en los últimos siglos una
extinción intensa y sostenida. El grupo más abundante en la actualidad
son los hablantes de khoisán del sur de África, que cuenta con unos
250.000 hablantes.
Las sofisticadas matemáticas en que se basa la genómica actual han
permitido a los investigadores enfocar su lupa sobre los genes que
estaban experimentando procesos de selección evolutiva hace más de
100.000 años, antes de los bosquimanos empezaran a diverger del resto de
la humanidad. Han encontrado seis variantes genéticas sujetas a una
fuerte presión selectiva en la época, y que ahora son un patrimonio
universal de la humanidad. Pueden ser los genes que hicieron evolucionar
a nuestra especie desde un homínido más primitivo, piensan los autores.
Los nombres de los genes son ROR2 (implicado en el desarrollo del
hueso y el cartílago), SPTLC1 (cuyas mutaciones se asocian a la
neuropatía sensorial hereditaria), SULF2 (cuyas mutaciones subyacen a
malformaciones esqueléticas y defectos en el desarrollo del cerebro),
RUNX2 (que ya había sido asociado a la evolución de la anatomía humana
moderna), SDCCAG8 (uno de los genes implicados en la microcefalia) y
LRAT (asociado al alzhéimer).
Fuente: El PAÍS
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