Investigadores japoneses de la Universidad de Kyoto han logrado, a
partir de células madre, crear células precursoras de gametos femeninos
que, tras un complicado proceso y su posterior inserción en un ovario
infértil, son capaces de convertirse en ovocitos que, una vez fecundados
con esperma, dan lugar a una camada de ratones sanos. El hallazgo se
acaba de publicar en 'Science'.
Lo han hecho con dos tipos de células madre: las embrionarias (ESCs,
de sus siglas en inglés) y las células madre pluripotentes inducidas
(IPSCs). Las primeras se obtuvieron de embriones de ratona de entre tres
y cinco días (en su fase de blastocito); las segundas, de embriones de
la hembra del ratón pero mucho más tardíos.
No se puede hablar de creación de ovocitos en el laboratorio
ya que lo que los japoneses han obtenido 'in vitro' no son gametos
femeninos como tal, sino su estadio precursor, que ellos denominan
'células parecidas a las primordiales germinales' (PGCLCs).
"Son como unas células en un estadio previo a formar ovocitos pero,
para que estos se acaben formando, los mezclan con ovarios fetales
disgregados para formar como una especie de agregado celular, que tiene una estructura parecida al ovario.
Dicha estructura se inserta dentro del ovario de una ratona
inmunodeprimida y estéril y, lo que se ha visto, es que ahí se encuentra
a gusto, hasta el punto que es capaz de desarrollarse y acabar
convirtiéndose en ovocitos funcionales que, tras una fecundación 'in
vitro' con esperma de ratón, han dado lugar a crías perfectamente
sanas", explica Cristina Eguizabal, del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona,
una de las pocas investigadoras españolas que trata de replicar en un
laboratorio la generación de gametos, en su caso humanos. De momento, ni
ella ni ningún otro grupo ha tenido éxito, lo que hace de este trabajo
algo muy preliminar.
Uno de los aspectos más llamativos de este estudio es que no viene
solo. En cierta forma, se podría decir que es la continuación de otro
publicado en 2011 en la revista 'Cell'.
En él, los mismos autores demostraron que este sistema era viable, sólo
que en aquella ocasión lo que consiguieron a partir de células madre
fue generar células precursoras de gametos masculinos que, una vez
insertadas en testículos de ratón, maduraban hasta espermatozoides, que
demostraron servir para la procreación.
El primer autor de ambos estudios, Hayashi Katsuhiko, explica que es "imposible adaptar inmediatamente este sistema a
células madre humanas, por razones no solo científicas sino también
éticas".
Aunque este autor reconoce la dificultad de trasladar su hallazgo al
hombre, la última frase del resumen del estudio es esperanzadora.
"Nuestro sistema de cultivo sirve de base para investigar y en un futuro
reconstruir el desarrollo de la línea germinal femenina in vitro, no
solo en ratones, sino también en otros mamíferos, incluyendo a los
humanos".
Eguizabal, que destaca la solidez del trabajo en 'Science' sobre
otros similares, apunta a los problemas éticos que tendría un hipotético
traslado del sistema desarrollado por los japoneses a humanos.
"Obviamente hay ciertas pruebas que no se van a poder hacer. Imagina que
se consiguen generar ovocitos en laboratorio, artificiales totalmente a
partir de IPSCs, que incluso se llega a hacer una fecundación 'in
vitro', que se forma un embrión... ¿qué se hace con él? ¿Dónde se
implanta para demostrar que da lugar a un ser humano sin problemas?
Aparte de que la ley no lo permite, estamos hablando de algo muy gordo a
nivel ético", apunta la investigadora.
Para Eguizabal, quizás la aplicación práctica del hallazgo más
realista, aunque aún todavía lejana, es el tratamiento de la
infertilidad "sólo aquella para la que no hay otras opciones
terapéuticas". Ésta es precisamente la aplicación a la que también
apunta Shomi Bhattacharya, director científico del Centro Andaluz de
Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer): "Hipotéticamente,
en un futuro, se podrían producir gametos para personas que puedan trasladar defectos genéticos a su descendencia o que padezcan infertilidad”.
Fuente: El Mundo
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