La guerra contra la tuberculosis resistente, cada vez más extendida
en zonas de África, Asia, Europa y Latinoamérica, cuenta con un nuevo
aliado: la piridomicina. Este antibiótico natural, obtenido de una
bacteria y conocido desde hace décadas, se ha mostrado eficaz —de
momento en una etapa de investigación básica— contra cepas que se han
hecho fuertes frente a uno de los principales fármacos que se emplean
contra el bacilo, la isoniacida.
“La naturaleza y la evolución han dotado a algunas bacterias de
potentes mecanismos de defensa para atacar a seres vivos de su entorno;
analizar las sustancias naturales generadas por estos microorganismos es
un recurso muy útil para encontrar posibles nuevos medicamentos para
combatir las enfermedades infecciosas”, explica Stewart Cole, profesor
de la Escuela Politécnica Federal de Lausana.
Este investigador ha centrado su atención en la Dactylosporangium fulvum,
una bacteria cuyo hábitat natural es la tierra. En concreto, en un
antibiótico obtenido de las secreciones del microorganismo, la
piridomicina. La sustancia que produce es un “asesino muy selectivo de
la Mycobacterium tuberculosis y también es activa contra cepas
que han desarrollado resistencias a medicamentos de primera línea como
la isoniacida”, explica Cole en un artículo publicado en la revista
Molecular Medicine de la Organización Europea de Biología Molecular
(EMBO, en sus siglas en inglés). Por ello, sostiene que su uso podría
llegar a convertirse en una alternativa terapéutica a los tratamientos
actuales.
Dactylosporangium fulvum |
Los investigadores dirigidos por Cole identificaron la proteína InhA
como la principal diana a la que se dirige la isoniacida en el patógeno
causante de la tuberculosis. En las cepas resistentes, las mutaciones en
el gen impiden su capacidad de acción. Sin embargo, en el caso de la
piridomicina, este antibiótico es capaz de esquivar las mutaciones
causantes de las resistencias, por lo que logra inhibir el gen y atacar
el bacilo de Koch.
“Cualquier avance relacionado con los antibióticos es bienvenido y si
tiene que ver con tuberculosis y problemas de resistencia, aún más”,
apunta a este diario Rafael Cantón, vocal de la Sociedad Española de
Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. “Hacen falta nuevos
fármacos para hacer frente a multirresistencias”, añade Enrique Ortega,
jefe de la unidad de enfermedades infecciosas del Hospital General de
Valencia, “aunque habrá que esperar a los ensayos clínicos para analizar
la eficacia real del fármaco”.
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