Los coágulos de sangre se forman en los puntos de un vaso
sanguíneo en los que se haya producido una herida. Estos coágulos sirven
de tapón de emergencia para evitar la pérdida de sangre. A veces, sin
embargo, los coágulos obstruyen por completo una arteria o vena y debido
a ello se dañan los tejidos circundantes.
Esto le ocurre a mucha
gente en el mundo. Sólo en Estados Unidos, según datos de los Centros
estadounidenses para el Control y Prevención de Enfermedades, cada año
entre 300.000 y 600.000 personas sufren trombosis venosa profunda o
tromboembolismo pulmonar (la obstrucción de una arteria pulmonar, que a
menudo es resultado de una trombosis), y los fallecidos cada año como
consecuencia de estas complicaciones son entre 60.000 y 100.000.
El
equipo del bioquímico James H. Morrissey, de la Universidad de
Illinois, ha identificado un grupo de pequeñas moléculas que interfieren
en la actividad de un tipo de compuestos que inician varios pasos en el
proceso de coagulación de la sangre, incluyendo los que conducen a la
obstrucción de venas o arterias. Bloquear la actividad de esta clase de
compuestos, los polifosfatos, permitiría tratar la trombosis con menos
efectos secundarios hemorrágicos que los fármacos que actualmente están
en el mercado.
Los
investigadores ya han probado inhibidores de polifosfatos en ratones
afectados por una inflamación o trombosis venosa y arterial, y han
constatado que estos inhibidores impidieron o redujeron la trombosis en
los citados animales, sin aumentar aparentemente el riesgo de
hemorragia.
Aunque los compuestos identificados y probados en el
estudio no serían, por sí mismos, buenos candidatos a fármacos para su
uso seguro en pacientes, sí marcan el camino a seguir para el desarrollo
de medicamentos mejores.
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