Por sus múltiples y complejas funciones la vitamina D es considerada
como una verdadera hormona, puesto que pequeñas concentraciones regulan muchas funciones en el cuerpo. Se puede encontrar en pequeñas
cantidades en algunos alimentos, entre ellos pescados como las sardinas,
la trucha y el atún. Para hacerla más accesible a la población se la
agrega a productos lácteos, jugos, y cereales y así se dice que esos
productos están “enriquecidos con vitamina D”. Sin embargo, la mayor
parte de este nutriente se obtiene por la exposición a la luz solar.
La
vitamina D cumple funciones en la prevención y el tratamiento del
raquitismo, causado por su falta o deficiencia. También se usa para
tratar la osteoporosis, el dolor de huesos u osteomalacia, la pérdida
ósea en personas con hiperparatiroidismo, y una enfermedad hereditaria
en la cual los huesos son especialmente frágiles y se quiebran
fácilmente, llamada osteogénesis imperfecta. Además es empleada para la
prevención de fracturas en las personas con riesgo por debilidad ósea y
para prevenir el desarrollo de bajo nivel de calcio y pérdida ósea en
individuos con insuficiencia renal.
Es de público conocimiento
que la vitamina D participa en funciones relacionadas con el fósforo y
calcio corporal, por ello su alteración produce consecuencias a nivel de
huesos y riñones, entre otras. Sin embargo, es menos conocido a nivel
de la población general que recientes reportes científicos sugieren que
los niveles bajos de este nutriente esencial representan un factor de
riesgo de múltiples enfermedades aparentemente diferentes tales como las
infecciosas, autoinmunes, enfermedades neurodegenerativas,
cardiovasculares, diabetes, osteoporosis y el cáncer. Además, su falta
parece predisponer a la hipertensión, insuficiencia cardíaca, y la
insuficiencia renal crónica.
simismo, la elevación de la angiotensina, una sustancia descubierta por el doctor Braun-Menéndez y su grupo en Argentina hacia 1939 y cuya función original fuera regular la presión arterial, también ha sido asociada a las causas de la hipertensión, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y la enfermedad del riñón. Un posible vínculo entre la alteración de los niveles de vitamina D y la angiotensina es muy factible si se tiene en cuenta que estas dos sustancias están presentes en los mismos sitios del cuerpo. Además, la actividad de ambas parece estar inversamente relacionada, por lo que es posible especular que los sistemas se regulan entre sí. Desde un punto de vista evolutivo humano, los dos se desarrollaron al mismo tiempo y comparten una activa participación en la regulación de mecanismos inflamatorios e inmunológicos.
simismo, la elevación de la angiotensina, una sustancia descubierta por el doctor Braun-Menéndez y su grupo en Argentina hacia 1939 y cuya función original fuera regular la presión arterial, también ha sido asociada a las causas de la hipertensión, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y la enfermedad del riñón. Un posible vínculo entre la alteración de los niveles de vitamina D y la angiotensina es muy factible si se tiene en cuenta que estas dos sustancias están presentes en los mismos sitios del cuerpo. Además, la actividad de ambas parece estar inversamente relacionada, por lo que es posible especular que los sistemas se regulan entre sí. Desde un punto de vista evolutivo humano, los dos se desarrollaron al mismo tiempo y comparten una activa participación en la regulación de mecanismos inflamatorios e inmunológicos.
Recientemente,
Walter Manucha, del Laboratorio de Fisiología y Fisiopatología Renal,
Áreas de Farmacología y Fisiología Patológica, Departamento de
Patología, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Cuyo,
en colaboración con un equipo de los Estados Unidos, publicó en la
reconocida revista científica American Journal of Physiology, Renal
Physiology, que la angiotensina disminuye los niveles de vitamina D y
que esta compleja relación estaría directamente relacionada con la
enfermedad cardíaca y renal. Así, la obstrucción del tracto urinario,
una causa frecuente de insuficiencia renal en niños y adultos, comparte
con la hipertensión y enfermedades renales progresivas un mecanismo
causal equivalente que produce pérdida de la función renal. Además,
datos experimentales y clínicos indican que la deficiencia de vitamina D
y la elevada cantidad de angiotensina desempeñan un papel fundamental
en la progresión de la enfermedad renal asociada con la nefropatía
obstructiva y la hipertensión.
Por otro lado, y en apoyo a los
resultados, varios grupos de científicos que investigan sobre este tema
informaron que niveles adecuados de vitamina D modifican la progresión
de la enfermedad renal crónica y protegen la función renal durante la
hipertensión, un dato de suma importancia no solo para el conocimiento
científico sino, y más importante aún, para beneficio de la población a
través de la educación y actualización médica.
De forma inédita, el grupo de investigación ha descripto la localización mitocondrial – una organela que participa de la producción de energía para las células – de vitamina D. Además, existe suficiente evidencia de posibles efectos reguladores de la vitamina D sobre la angiotensina, así también como anti-inflamatorios. También, un importante estudio que investigó niños con enfermedad renal crónica, sugiere como agente causal a la deficiencia de vitamina D nutricional asociado con trastornos cardíacos.
De forma inédita, el grupo de investigación ha descripto la localización mitocondrial – una organela que participa de la producción de energía para las células – de vitamina D. Además, existe suficiente evidencia de posibles efectos reguladores de la vitamina D sobre la angiotensina, así también como anti-inflamatorios. También, un importante estudio que investigó niños con enfermedad renal crónica, sugiere como agente causal a la deficiencia de vitamina D nutricional asociado con trastornos cardíacos.
Se conoce que la enfermedad renal crónica se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. La deficiencia de vitamina D es común en pacientes con enfermedad renal crónica. En los estudios epidemiológicos, la deficiencia de vitamina D y la ausencia de tratamiento con este nutriente se asocia con la mortalidad cardiovascular. Sin embargo sigue siendo tema de controversias y discusión entre los laboratorios de investigación a pesar de que múltiples mecanismos intentan explicar cómo la enfermedad renal asociada al déficit de vitamina D puede influir en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Mientras tanto,
en la investigación en el IMBECU estudian en un modelo de enfermedad
renal como lo es la obstrucción ureteral unilateral completa en ratas
adultas, las alteraciones estructurales y funcionales a nivel de corazón
y el riñón así como el grado de compromiso de la vitamina D.
Los
resultados podrían aportar al conocimiento existente sobre la
importancia del riñón y el déficit de vitamina D durante la enfermedad
renal asociados al desarrollo de eventos electrofisiológicos cardíacos
tempranos como arritmias cardíacas. Lo que resulta indiscutible es que
la vitamina D resulta un factor clave para comprender un poco mejor a
enfermedades de larga data y difícil resolución como lo son la
hipertensión arterial, insuficiencia renal, enfermedades infecciosas,
autoinmunes, neurodegenerativas, cardiovasculares, metabólicas como la
diabetes, osteoporosis y hasta el cáncer.
Finalmente, al
condicionamiento genético podemos sumarle hábitos saludables como el
consumo de alimentos que aportan nutrientes, la práctica de ejercicios
frecuentes, realización de controles médicos, participación de
actividades recreativas; todo lo cual contribuirá a mantener los niveles
de vitamina D dentro de los parámetros requeridos para contribuir con
nuestra salud concebida como un verdadero estado de equilibrio
biológico, psicológico y social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario