La revista Science publica esta semana un trabajo que ha permitido descubrir una nueva proteína eficaz contra un antígeno del parásito Plasmodium falciparum,
responsable de la malaria. El trabajo lleva la firma de Jonathan Kurtis
y su equipo, del Centro de Salud Internacional del Hospital de Rhode
Island.
Como él mismo explica a , a diferencia de los antígenos
que se investigan en otras vacunas candidatas, su trabajo ha
identificado esta nueva pieza que impediría al parásito de la malaria salir de los glóbulos rojos y seguir multiplicándose en el torrente sanguíneo.
Kurtis identificó que los que
desarrollaban anticuerpos contra el antígeno PfSEA-1 (presente en la
superficie del parásito) tenían menos casos de malaria y también formas
de la enfermedad menos graves. De hecho, cuando replicaron sus
observaciones con ratones, los animales inoculados con el anticuerpo tuvieron menos casos de malaria y una supervivencia más prolongada, con una reducción de hasta el 80% de la presencia de parásitos en su organismo en apenas una semana.
Como explica por su parte el doctor Alfredo Mayor, especialista en
fisiopatología de la malaria en el Instituto de Salud Global de
Barcelona (ISGlobal), en los niños más pequeños de Tanzania, el
porcentaje de los que tenían anticuerpos contra esta proteína del
parásito de la malaria era sólo del 6%, mientras que en la segunda
muestra, ya con adolescentes de Kenia, el porcentaje de individuos con
anticuerpos se elevó hasta casi 56%; lo que indicaría que los individuos expuestos desarrollan de forma natural anticuerpos contra este antígeno tras estar en contacto con el parásito.
Kurtis explica que replicar una forma 'artificial' de PfSEA-1 en el
laboratorio es técnicamente sencillo "con técnicas estándar de biología
molecular", aunque como añade el doctor Mayor, "todo indica que una
vacuna basada en esta proteína necesitaría un adyuvante para ser
eficaz".
Hasta ahora, la mayor parte de las vacunas candidatas contra la
malaria intentan evitar que el parásito penetre en las células del
hígado o en los glóbulos rojos. Sin embargo, como añade Kurtis, en este
caso, el antígeno impide que salga de las células sanguíneas una vez que
está en su interior, impidiendo que el parástito se multiplique y
vuelva a salir al torrente sanguíneo a invadir nuevos glóbulos rojos
(eritrocitos).
El siguiente paso será iniciar un ensayo en fase I con humanos para
comprobar el papel de estos anticuerpos, probablemente combinados con
otras vacunas que ataquen otras fases de la malaria en el organismo.
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