Un
trabajo liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) revela que la correcta metamorfosis de los insectos depende de
un microARN (una cadena muy corta de ARN) de apenas 20 nucleótidos. Se
trata de miR-2, que bloquea la producción de una proteína, la
Kruppel-h1, que está activa mientras el insecto es aún una larva. Cuando
miR-2 bloquea la expresión de Kruppel-h1, que es un represor global de
la metamorfosis, se desencadena inmediatamente la metamorfosis. El
estudio se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
“Sin
miR-2, no se realiza la metamorfosis. Aunque los insectos mudan, en
lugar de mudar a una forma de adulto, como correspondería, mudan a otra
ninfa o a una forma intermedia entre ninfa y adulto”, aclara Xavier
Bellés, investigador del CSIC y director del Instituto de Biología
Evolutiva (centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra). “Se
trata –añade- de un elegante mecanismo en el contexto de un proceso
biológico complejo, que está protagonizado por un simple microARN”. Este
mecanismo, “podría ser general en insectos, e incluso podría extenderse
a otros organismos típicamente metamórficos, como los anfibios, lo que
abre un nuevo campo de investigación fascinante”.
Los
microARN son ARN cortos y de cadena simple que no codifican ninguna
proteína y que pueden unirse a los ARNm (ARN mensajero) complementarios
que codifican y expresan proteínas. Al acoplarse con esos ARNm, bloquean
la expresión de las proteínas, impidiendo su acción. Los microARN
constituyen un nivel importante de regulación de la expresión de los
genes, que según apuntan los científicos, se está demostrando crucial en
un número creciente de procesos biológicos.
Este
trabajo es el resultado de seis años de investigación. En 2009, los
investigadores eliminaron la expresión de todos los microARN en la
cucaracha Blattella germanica mediante el silenciamiento génico
de la enzima Dicer-1. Dicha eliminación impidió que se realizase la
metamorfosis correcta en los insectos. Eso implicaba que algún microARN
debía estar implicado en el inicio de la metamorfosis y,
automáticamente, surgieron dos preguntas clave: cuál era ese microARN y
cuál la proteína que regulaba. Los científicos descubrieron que el
microARN es miR-2 y que la proteína que regula es Kruppel-h1, ya que
seguía expresándose en ausencia de microARN aun cuando ya no había
apenas hormona juvenil.
“Sabemos
que este mecanismo puede extrapolarse a otros insectos hemimetábolos
(como langostas, chinches o piojos) pero posiblemente no sea exactamente
el mismo en holometábolos (mosquitos, hormigas, avispas). Seguramente
serán otros microARN y otros ARNm”, concluye Bellés.
Blatella germánica |
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