La oxitocina, esa hormona producida por el hipotálamo y facilita
desde el embarazo hasta el alumbramiento y la producción de leche
materna. Además ayuda a regular las funciones cardíacas.
Aunque tal vez su papel regulador en las relaciones sociales la haya convertido en una molécula muy particular.
Cada vez más evidencias demuestran un papel de la oxitocina en las relaciones sociales, a nivel cognitivo y
de comportamiento. Según estudios recientes, ciertas dosis de la hormona
aumentarían la empatía, la confianza, la capacidad de hacer mejores
contactos visuales, tanto en individuos sanos como en pacientes con
trastornos psiquiátricos. Por eso, la oxitocina sería una buena
candidata para nuevas terapias contra disfunciones sociales como el
autismo, la esquizofrenia y sus amplios espectros.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo inicial en la obtención de buenos
resultados en la mejoría en comportamientos sociales después de
suministrar la oxitocina, los efectos benéficos no se han visto a largo
plazo, o si los hay sólo se dan en ciertos contextos. Aunque esos
efectos se han atribuido a diferencias individuales, tal vez la clave
esté en la forma cómo se administra la oxitocina.
La forma más común de administración es por vía nasal pero existen
varios factores que modifican la eficacia biológica de la oxitocina
según la forma en que se introduce. Todo depende de cómo llega la
hormona al Sistema Nervioso Central. Puede hacerlo de manera indirecta
mediante el uso de los capilares sanguíneos que irrigan las fosas
nasales y que logren, haciendo contacto con los capilares de las paredes
del cerebro, pasar la barrera sanguínea de éste, tarea complicada. Sin
embargo sólo una pequeñísima cantidad de la hormona entra al Sistema
Nervioso Central por esta ruta indirecta.
Existe una manera más directa y eficiente. Investigadores noruegos
han descubierto que usando un aparato desarrollado por una compañía en
California llamada OptiNose, pueden mejorar la entrega de la hormona al
cerebro. También han estudiado qué dosis son las más efectivas y han
descubierto que las más bajas tienen más efectividad.
Dieciséis hombres sanos recibieron dos dosis diferentes de la
hormona, junto con un placebo. A los voluntarios también se les
administró una dosis intravenosa para comparar la entrada vía sangre de
la molécula.
OptiNose usa una nueva tecnología para llevar la medicina al cerebro,
haciendo uso de la función respiratoria del individuo para absorber de
manera profunda el fármaco en sus fosas nasales.
El aparato ideado por OptiNose entrega la oxitocina en la cavidad
nasal de tal manera que pueda ser capturada por las terminaciones
nerviosas del cerebro. Los inhaladores nasales convencionales no pueden
suministrar los fármacos en la parte alta de la cavidad nasal.
El aparato también expande la cavidad nasal, facilitando esa
comunicación nariz-cerebro. Cuando el paciente exhala dentro del
aparato, este movimiento cierra el paladar blando y no permite que la
medicina se pierda en la garganta. Y como de esta manera se usa casi
toda cantidad de la oxitocina administrada, los pacientes pueden tomar
dosis menores con la consecuente disminución de efectos secundarios.
El siguiente paso en este estudio será entonces realizar las mismas pruebas en personas con enfermedades mentales.
“Estamos haciendo pruebas en voluntarios con diagnóstico de autismo y
su amplio espectro” dice otro de los investigadores del equipo noruego.
“Tenemos la esperanza de que este proyecto de investigación sea el
primer paso en el desarrollo de nuevas medicinas que serán de gran ayuda
para las personas atormentadas con enfermedades mentales” concluye
Andreassen".
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