Lo que para unos es basura en otros es riqueza. Ese es el concepto
que adoptó la doctora en biotecnología Enriqueta Martínez Rojas, de
México, quien radica en Alemania desde hace 13 años y utiliza los
residuos de la industria cervecera para crear pigmentos y nutrientes que
previenen enfermedades cardiovasculares, cáncer de próstata y colon.
En Alemania la cerveza está considerada como producto de primera
necesidad cuyos residuos contienen compuestos orgánicos ricos en
proteínas y carbohidratos.
De estos compuestos se alimentan las bacterias que existen en el
residuo de la cerveza y se transforman en pigmentos que dan tonalidades
de amarillo, naranja o rojo. Son colores característicos del limón,
melón, sandía, jitomates, zanahoria, camarones y salmón, entre otros.
“Cuando hablamos de bacterias se piensa en enfermedades como diarrea,
gripe, entre otras, pero hay buenas, que otorgan beneficios. Por
ejemplo, el licopeno es un pigmento vegetal que se obtiene de bacterias y
se encuentra en los tomates, es un color rojo característico del
fruto y es un excelente antioxidante que ayuda a retrasar el
envejecimiento", expone la especialista.
El ingerir este pigmento desde niño puede prevenir ciertos tipos de
cáncer como el de próstata y colon. El betacaroteno que se encuentra en
la zanahoria ayuda a que las células de la córnea maduren, por lo tanto
sirve en el tratamiento de cataratas, explica Martínez Rojas, egresada
de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
La doctora en biotecnología refiere que la investigación consiste en
convertir la basura en dinero, en compuestos rentables y benéficos para
la salud. Un kilo de residuos de cerveza cuesta en promedio 95 pesos y
un kilo de betacaroteno o licopeno puede llegar a comercializarse hasta
en 190 mil pesos.
Además, los microrganismos se obtienen del medio ambiente. Por
ejemplo cuando una naranja se descompone le salen hongos, los cuales la
investigadora aísla sin modificar genéticamente.
Para crear el pigmento, el equipo de trabajo de la Universidad de
Ciencias Aplicadas de Nuevo Brandeburgo, Alemania, dirigido por Martínez
Rojas coloca los residuos de la cerveza y el microorganismo en un
reactor con una temperatura de 30 grados centígrados.
Después de 10 a 15 días el cultivo cambia de color y se obtiene la
sustancia final, y a ésta se le realiza una extracción química para que
esté libre de agentes tóxicos.
Los pigmentos obtenidos se utilizan en la formulación de refrescos,
cervezas, bebidas energéticas o suplementos alimenticios. “Es más fácil
consumir un producto que contenga el pigmento que comer todos los días
jitomate. Además estos compuestos pueden implementarse en la dieta de
los pollos para mejorar la calidad nutricional del huevo”.
Actualmente los investigadores buscan aumentar la producción de
pigmentos, que ya cuenta con patente en Alemania y planean diseñar un
producto propio.
“Queremos extendernos, no sólo enfocarnos a la obtención del pigmento
del jitomate, también conseguir la sustancia del salmón y utilizarlo en
la apicultura. Buscar otros microrganismos para hacer aromas incluso
tomar residuos de la industria tequilera”.
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