Cuando son cultivadas a temperaturas altas, las plantas alargan sus
tallos para facilitar el enfriamiento de sus hojas, según avalan los
resultados de una nueva investigación.
Conocer en todos sus
aspectos por qué las plantas cambian su arquitectura en respuesta al
calor, es importante, sobre todo teniendo en cuenta que el ascenso de
las temperaturas mundiales promovido por el calentamiento global plantea
un reto para el futuro de la producción agrícola alimentaria.
Aunque
los científicos han hecho avances importantes en la investigación sobre
cómo las plantas se vuelven más alargadas cuando están sometidas a
altas temperaturas, se sabía poco de las consecuencias fisiológicas de
esta respuesta, y, por tanto, de su utilidad. Para investigar estas
consecuencias, el equipo que ha hecho el nuevo estudio, dirigido por
Kerry Franklin y Alistair Hetherington de la Escuela de Ciencias
Biológicas en la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, centró su
atención en la Arabidopsis thaliana, una pequeña planta con flores que
es una especie modelo popular en biología y genética vegetales.
Cuando
se cultivan sometidas a temperaturas altas, las plantas adoptan una
arquitectura delgada y alargada, y desarrollan en sus hojas menos poros o
estomas. Sin embargo, a pesar de tener un número reducido de estomas,
las plantas de Arabidopsis thaliana alargadas cultivadas por el equipo
mostraron pérdidas más grandes de agua y también un mayor enfriamiento
de las hojas por evaporación.
Todo
apunta a que el espaciado mayor entre las hojas observado en las
plantas que crecieron sometidas a altas temperaturas puede reforzar la
difusión del vapor de agua que emana de los estomas, intensificando así
el proceso de refrigeración..
La temperatura y la disponibilidad
de agua son factores de gran importancia que afectan al rendimiento de
las plantas de utilidad agrícola. Conocer a fondo la relación entre
temperatura, arquitectura vegetal y uso del agua por las plantas es por
lo tanto esencial para poder maximizar la productividad futura de los
cultivos agrícolas y garantizar lo mejor posible la seguridad
alimentaria en un mundo cada vez más poblado y sometido además a un
proceso de cambio climático de gran envergadura, tal como subraya
Franklin.
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