Un estudio científico publicado en la revista Diabetes, de la Asociación
Americana de Diabetes, describe por primera vez la acción farmacológica
de las tiazolidinedionas (TZD) -unos fármacos de acción antidiabética-
directamente sobre el páncreas, que es el órgano secretor de insulina.
El trabajo, realizado con modelos animales de laboratorio, está dirigido
por la profesora Carme Caelles, del Grupo de Señalización Celular del
Departamento de Bioquímica y Biología Molecular (Facultad de Farmacia
UB), en colaboración con el equipo del Dr. Ramon Gomis, del Hospital
Clínic de Barcelona.
La insulina es la principal hormona que regula los niveles de glucosa en sangre. Cuando el páncreas no produce suficiente insulina, aparece la diabetes de tipo 1, que exige la administración diaria de insulina. La diabetes de tipo 2, en cambio, está causada por un uso deficiente de la insulina (resistencia a esta hormona) y se asocia a un peso corporal excesivo y a un patrón de inactividad física.
La insulina es la principal hormona que regula los niveles de glucosa en sangre. Cuando el páncreas no produce suficiente insulina, aparece la diabetes de tipo 1, que exige la administración diaria de insulina. La diabetes de tipo 2, en cambio, está causada por un uso deficiente de la insulina (resistencia a esta hormona) y se asocia a un peso corporal excesivo y a un patrón de inactividad física.
El artículo publicado en
Diabetes se centra en el estudio de la diabetes de tipo 2, que es la más
frecuente entre la población (afecta al 85-90 % de los diabéticos).
Esta patología, que puede cursar sin sintomatología clínica durante
años, acaba produciendo hiperglucemia debido a la resistencia a la
insulina. Es decir, en este tipo de diabetes, los tejidos no responden a
la señal de esta hormona y, en consecuencia, las células no pueden
captar la glucosa (principal fuente de energía para el organismo). Como
respuesta, las células β del páncreas producen un exceso de insulina que
acaba generando hiperplasia pancreática.
Desde el ámbito
farmacológico, la diabetes de tipo 2 se puede tratar con fármacos como
las sulfonilureas, que aumentan la producción de insulina y facilitan la
captación de glucosa en el metabolismo celular (acción
antihiperglucémica). Otros medicamentos, como la metformina, también
pueden utilizarse porque limitan la síntesis de glucosa que realiza el
hígado.
El artículo se centra en la acción de unos fármacos
distintos, las tiazolidinedionas (TZD), antidiabéticos orales que
reducen la resistencia a la insulina y facilitan que los tejidos sean
más sensibles a la acción de esta hormona. Tal y como explica la
profesora Carme Caelles, en su laboratorio del Parque Científico de
Barcelona, «todavía no se conoce lo suficiente el mecanismo de acción de
las TZD. Se ha identificado su receptor (el PPARγ), pero no se sabe
todavía cómo actúan a nivel molecular».
En
un artículo anterior, publicado en Diabetes en 2007, los investigadores
pudieron constatar que las TZD inhibían la quinasa JNK (c-Jun
N-terminal quinasa), un transductor de señales bioquímicas que inhibe la
señalización de insulina y se relaciona con la resistencia a la
insulina. «En aquel momento -continúa CCaelles-, constatamos que la
acción farmacológica de las TTZD pasa por la inhibición de la JNK, y que
este efecto es más efectivo en tejido adiposo, donde se expresa
mayoritariamente el PPARγ».
Los autores del trabajo aportan la
primera evidencia de que las TZD también pueden tener una acción
farmacológica sobre las células β pancreáticas -productoras de insulina-
y abren nuevas vías de estudio de la acción de estas drogas sobre el
control del metabolismo de la glucosa. El modelo de estudio, un ratón
transgénico que permite activar selectivamente la quinasa JNK en los
distintos tejidos, ha constituido un sistema in vivo excelente para
comprobar el mecanismo de acción de las drogas TZD.
Según las
conclusiones, la activación de la JNK es condición suficiente para
imponer la resistencia a la insulina central -es ddecir, en la célula β
pancreática-, que genera un fenotipo de intolerancia a la glucosa en el
modelo experimental de ratón. Curiosamente, esto no se corresponde con
ninguna alteración morfológica o estructural en los islotes
pancreáticos: de hecho, y a pesar de lo que se se había publicado hasta
ahora en la bibliografía científica sobre trabajos en líneas celulares,
la célula β pancreática no muere por la mera activación de la JNK.
La
profesora Caelles subraya que «se sabía que las células β del páncreas
también tenían el receptor PPARγ, pero hasta ahora no se había descrito
que las TZD actuaran en la resistencia central a la insulina. Todas las
acciones farmacológicas descritas se habían atribuido a la expresión del
receptor en tejidos periféricos, como por ejemplo el adiposo
(resistencia a insulina periférica)».
Muchos estudios científicos
constatan la conexión entre las vías de señalización molecular de la
diabetes, la obesidad y la inflamación. «Durante un proceso de
inflamación, también se activa la quinasa JNK», explica Caelles. «En la
diabetes de tipo 2 -continúa-, la demanda extra de insulina genera una
hiperplasia pancreática que tiene un componente inflamatorio. La
obesidad también se asocia a un proceso inflamatorio crónico de grado
bajo, lo que podría explicar su conexión con la resistencia a la
insulina. Así pues, con la obesidad, el tejido adiposo va reclutando
células del sistema inmune, y aumentan los niveles de los mediadores
inflamatorios (interleucinas, etc.). Dado que la quinasa JNK está
activada en todo este proceso, la insulina pierde la capacidad de
regular el metabolismo de la glucosa».El equipo científico que dirige Carme Caelles está especializado en el estudio de los mecanismos de regulación de distintas vías de señalización en procesos celulares fundamentales para el metabolismo. A raíz de los últimos resultados científicos, el equipo está impulsando nuevas líneas de trabajo en los modelos animales para estudiar la respuesta fisiológica y bioquímica de las células β en condiciones extremas (dieta rica en grasas, resistencia a insulina periférica, etc.) y para conocer la evolución de los mecanismos de resistencia a la insulina por el envejecimiento.
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