Los resultados de un pequeño ensayo clínico sugieren que una
sustancia derivada de los brotes de brócoli, y conocida mayormente por
sus aparentes efectos anticancerígenos, puede paliar de manera
significativa los síntomas de comportamiento más típicos de las personas
con trastornos del espectro autista.
El estudio, un esfuerzo conjunto por científicos en el Hospital
Pediátrico de Massachusetts (dependiente del Hospital General de
Massachusetts), y la Escuela de Medicina de la Universidad Johns
Hopkins, en Baltimore, Maryland, todas estas entidades en Estados
Unidos, se hizo sobre 40 chicos adolescentes y hombres jóvenes, de
edades comprendidas entre los 13 y los 27 años, con un autismo de
moderado a severo.
El equipo del Dr. Paul Talalay ha constatado que muchos de los que
recibieron una dosis diaria de esa sustancia química, el sulforafano,
experimentaron mejoras notables en sus interacciones sociales y en su
comunicación verbal, junto con descensos en sus comportamientos
repetitivos y sus costumbres más inamovibles, en comparación con
aquellos que recibieron un placebo.
Tal como Talalay y sus colegas creen, puede que estemos ante pruebas
preliminares de que el tratamiento con sulforafano funciona, y que lo
hace aparentemente mediante la corrección de algunos de los problemas
celulares subyacentes en la enfermedad. El Dr. Talalay, que es profesor
de farmacología y ciencias moleculares, ha investigado estos compuestos
vegetales durante los últimos 25 años.
Los expertos en los trastornos del espectro autista estiman que el
grupo de trastornos afecta a entre el 1 y el 2 por ciento de la
población mundial, con una incidencia mucho mayor en chicos que en
chicas. Sus síntomas de comportamiento, tales como una interacción
social y una comunicación verbal pobres, son bien conocidos y fueron
descritos científicamente por vez primera hace 70 años por el Dr. Leo
Kanner, uno de los principales fundadores del servicio de psiquiatría
pediátrica en la Universidad Johns Hopkins.
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