Investigadores de la Universidad de Oviedo, en España, han
conseguido aislar y cultivar bacterias con capacidades potencialmente
terapéuticas en las precipitaciones de agua, granizo y nieve. El
hallazgo de estos recursos atmosféricos supone una fuente novedosa e
inexplorada para el descubrimiento de nuevos medicamentos. Así lo indica
Gloria Blanco, profesora del Área de Microbiología del departamento de
Biología Funcional de la institución académica asturiana.
Esta investigadora explica que la principal fuente de antibióticos y
antitumorales es la naturaleza, donde se encuentran unas bacterias
denominadas actinobacterias, con potencial farmacológico, sobre todo las
especies del género Streptomyces. Estos organismos, que durante el
siglo XX se consideraban exclusivos del medio terrestre, viven también y
de manera abundante en los océanos.
Ya en febrero de 2013 este grupo de científicos de la Universidad de
Oviedo empezó a aislar bacterias a partir de muestras de precipitaciones
atmosféricas recogidas en las ciudades de Gijón y Oviedo. A lo largo de
estos tres últimos años, el equipo de Gloria Blanco ha logrado cultivar
en el laboratorio un gran número de estos microorganismos obtenidos a
partir de fuentes atmosféricas.
Los estudios han confirmado de este modo que estas bacterias, además
de vivir en ambientes terrestres y marinos, pueden desplazarse asociadas
al ciclo hidrológico. Gloria Blanco destaca el “evidente interés” de
estos descubrimientos dadas las necesidades médicas actuales.
El hallazgo de estas actinobacterias en precipitaciones atmosféricas
tiene además un valor ecológico añadido. Este equipo de investigadores
ha propuesto un modelo de dispersión de estos microorganismos por
tierra, mar y aire siguiendo el ciclo hidrológico del planeta.
El punto clave en su hipótesis, según la profesora del departamento
de Biología Funcional, está en la generación de los aerosoles marinos
que forman las nubes y que, en este proceso, se llevan consigo bacterias
que serán posteriormente diseminadas por continentes y océanos de la
Tierra. Estos trabajos han sido recientemente publicados en la revista
Microbial Ecology.
La línea de investigación de este equipo multidisciplinar, integrado
por biólogos, biotecnólogos, químicos y médicos, se centra en la
búsqueda de nuevos antibióticos y antitumorales a partir de hábitats
naturales previamente inexplorados. La profesora Blanco destaca que,
ante el creciente problema de las resistencias a los fármacos, se hace
cada vez más necesaria la búsqueda de nuevas moléculas.
Los investigadores de la Universidad de Oviedo iniciaron en 2007 el
aislamiento de Streptomyces a partir de líquenes terrestres y, en 2010,
dieron un paso más al encontrar poblaciones de estas bacterias en
ecosistemas de algas en las playas de Gijón. Estos primeros indicios les
animaron a buscar estos microorganismos en medios marinos más profundos
del Cantábrico.
Fue así como en 2012, al conocer las expediciones del proyecto
DOSMARES al Cañón de Avilés, los científicos se pusieron en contacto con
el ecólogo marino José Luis Acuña, quien les invitó a participar en la
campaña BIOCANT3 en la primavera de 2013. Ese mismo año empezaron a
aislar las primeras actinobacterias en las precipitaciones de agua,
granizo y nieve caídas en Asturias.
La profesora Gloria Blanco destaca la labor de equipo de
profesionales de distintas áreas de conocimiento de departamentos de la
Universidad, como Biología Funcional, Biología de Organismos y Sistemas,
e Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente. Participan
también especialistas del Hospital Universitario Central de Asturias
(HUCA), Hospital de Cabueñes y Centro de Experimentación Pesquera del
Principado.
Modelo de dispersión de las actinobacterias por tierra, mar y aire, siguiendo el ciclo hidrológico. |
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