El
objetivo de este trabajo fue examinar, por un lado, si existían
diferencias en la conducta agresiva a lo largo de esos dos años tanto en
niños como en niñas y, por otro, considerar, en el caso de que se
observara algún cambio, si este podía ser explicado por el cambio
hormonal.
Los autores, entre los que se encuentra Eider
Pascual-Sagastizabal, investigadora de la Universidad del País Vasco,
midieron tres hormonas esteroides: testosterona, estradiol y cortisol.
Los resultados mostraron que, efectivamente, había un cambio en los
niveles de la conducta agresiva.
“Esto solo ocurrió en los chicos:
a los diez eran más agresivos que a los ocho años. Sin embargo, las
chicas no cambiaron sus niveles de agresividad entre estos dos
periodos”, explica a Sinc Pascual-Sagastizabal.
Los expertos
analizaron si los cambios en alguna de las hormonas medidas se asociaban
con el cambio producido entre estas dos edades en la conducta agresiva,
y encontraron que los sujetos que más habían incrementado sus niveles
de agresión a los diez años eran aquellos cuyos niveles de cortisol
también habían aumentado entre los dos periodos.
Por el contrario,
los chicos que más habían disminuido sus niveles de agresividad al
pasar de los ocho a los diez años fueron aquellos cuyos niveles de
estradiol habían aumentado más entre las dos edades.
“Los resultados indican un efecto hormonal en la diferente
conducta agresiva en función del tipo de hormona: cortisol y estradiol”,
añade
“Estos resultados parecen indicar un efecto hormonal en la diferente
conducta agresiva en función del tipo de hormona: cortisol y estradiol. A
mayor aumento de cortisol mayor conducta agresiva y a mayor aumento de
estradiol menor conducta agresiva”, añade Pascual-Sagastizabal.
Los
investigadores concluyen que este trabajo puede ayudar a la comprensión
de los mecanismos biológicos que subyacen a la agresión, aportando más
información sobre los diferentes efectos hormonales en la conducta
agresiva en la edad escolar, en función del tipo de hormona y el sexo.
En
el trabajo participaron 90 niños (49 chicos y 41 chicas) de cuatro
escuelas de primaria y cuenta con la limitación de que la muestra no es
representativa.
“El objetivo de esta investigación no era buscar
la representatividad de la muestra, sino estudiar la relación entre
hormonas y conducta en un estudio semilongitudinal en una muestra de
ocho a diez años. En estos casos es muy difícil trabajar con muestras
muy grandes”, subraya.
Los expertos en este campo conocen
perfectamente las dificultades de este tipo de estudios. “La no
representatividad de la muestra no interfiere con la rigurosidad del
trabajo”, apunta Eider Pascual-Sagastizabal. “Eso sí, hacen faltan más
investigaciones que lo corroboren”, zanja.
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