Las mejores vacunas en la actualidad están basadas en «virus
inactivados», es decir, virus reales tratados de manera química o física
para eliminar su capacidad infectiva. Su obtención mediante este
procedimiento implica, así, una serie de peligros biológicos, que exigen
importantes medidas de seguridad. Para minimizarlos, la comunidad
científica está tratando de reemplazar este tipo de vacunas por otras de
menor riesgo conocidas como «vacunas subunitarias», en las cuales
únicamente están presentes algunas de las proteínas que componen el
virus, concretamente, las que sirven para «imitar» las partes del virus
que desencadenan la reacción del sistema inmunológico. De este modo no
sería necesario trabajar con virus inactivados ni, muy especialmente,
cultivar el virus vivo, lo cual es de gran importancia en los virus más
peligrosos.
El principal problema que presentan las vacunas subunitarias es que,
por lo general, son menos inmunogénicas, lo que significa que aportan un
menor grado de protección. Esto se suele compensar añadiendo otros
compuestos -los adyuvantes-, que refuerzan la respuesta inmunitaria pero
pueden provocar efectos adversos. Como alternativa se plantea incluir
los antígenos (las proteínas que activan la respuesta inmune)
directamente en material particulado, o lo que es lo mismo: las
proteínas integradas en una micropartícula.
Los
resultados obtenidos en esta investigación, bajo la dirección del
profesor José M. Martínez-Costas (CiQUS) y el Dr. Javier Ortego (CISA),
ambos en España, han demostrado la eficacia de una vacuna subunitaria de
escasa toxicidad basada en el uso de biomateriales particulados, cuya
producción es económica y segura. Como consecuencia de este trabajo,
publicado en la prestigiosa revista Antiviral Research, se obtuvo una
vacuna particulada contra el virus de la lengua azul, que causa pérdidas
considerables en el ganado ovino.
A partir de la tecnología que han desarrollado y patentado, los
investigadores del CiQUS expresaron en el interior de células de insecto
las microesferas que incorporan algunas proteínas del virus -los
antígenos-, y que son muy fácilmente purificables en un paso posterior,
obteniendo de este modo la vacuna. Su eficacia se comprobó inmunizando a
ratones con sólo tres proteínas del virus de la lengua azul,
incorporadas en dichas microesferas; la vacuna los protegió totalmente
ante la infección con el mismo serotipo de virus, y parcialmente frente a
otro serotipo, generando una respuesta inmune protectora (lo que se
conoce como inmunización efectiva) sin necesidad de añadir adyuvantes,
mientras que todos los ratones que habían sido vacunados únicamente con
las proteínas del virus no lograron sobrevivir.
La principal ventaja de esta tecnología de producción de vacunas es
su coste, relativamente bajo frente a la de otros tipos de vacunas
subunitarias, ya que reduciría la necesidad de costosas instalaciones de
bioseguridad para la producción de vacunas; las microesferas son
extremadamente estables, su producción y purificación es barata, y son
fáciles de manejar y almacenar. La tecnología desarrollada podría
aplicarse, así, en la búsqueda de vacunas contra virus que causan graves
enfermedades en humanos, cuya peligrosidad no solo dificulta la
investigación, sino que desaconseja también el uso de vacunas
inactivadas.
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