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miércoles, 25 de junio de 2014

UNA DIETA BAJA EN CALORÍAS PODRÍA REDUCIR LA METÁSTASIS EN EL CÁNCER DE MAMA


Reducir la ingesta calórica, sin caer en la desnutrición, podría ser una herramienta a nuestro alcance para vivir más años o hacerlo sin enfermedades cardiovasculares o diabetes. Pero los beneficios de comer menos también podrían ser importantes para las mujeres diagnosticadas con uno de los tumores de mama que tiene el crecimiento más rápido, el llamado «triple negativo». En un experimento con ratones diseñados para padecer esta forma agresiva de cáncer de mama, se ha comprobado que la dieta ayudaría a evitar que el tumor se extienda a otras zonas del organismo y aparezca la temida metástasis.
Estos sorprendentes resultados, aunque muy precoces, se han presentado en la revista médica, «Breast Cancer Research and Treatment».
En el experimento se comprobó que cuando se redujo a los ratones con cáncer el acceso a la comida y se les alimentó con un 30 por ciento menos de calorías, sus células cancerosas redujeron su producción de microRNAs 17 y 20. Este biomarcador es una señal de metástasis en este tipo de tumores. Sin embargo, la producción aumentaba cuando se les dejó comer con libertad, sin ningún tipo de restricción a la comida. En opinión de Nicole Simone, profesor del Departamento de Oncología Radioterápica de la Universidad Thomas Jefferson, de alguna manera, «la dieta proporciona cambios epigenéticos» que protegió a los ratones de la metástasis, cuando resulta más difìcil controlar un cáncer.

Desde hace años se especula con la relación que el sobrepeso y la obesidad juega en la aparición del cáncer. Pero se tiene menos claro el papel que pueden jugar los kilos de más cuando la enfermedad ya ha hecho acto de presencia. En el caso del cáncer de mama, los propios tratamientos son los responsables del aumento de peso de las pacientes. Con frecuencia se les trata con terapia hormonal para bloquear el crecimiento del tumor y con esteroides para aliviar los efectos secundarios de la quimioterapia. Ambos, en combinación, pueden alterar el metabolismo y producir un aumento de peso durante el primer año de tratamiento.
La experiencia de los oncólogos indica que las pacientes que engordan mucho durante la terapia tienen peores resultados.
En otras investigaciones, el grupo de Simone mostró que también la restricción calórica puede potenciar los efectos de la radiación y este nuevo estudio anima a seguir investigando la influencia del metabolismo femenino en los resultados de las terapias.
El trabajo de Simone también ofrece una nueva pista para desarrollar nuevos fármacos y detectar precozmente los casos en los que son más fáciles de extenderse y colonizar a otros órganos. Se haría mirando esos microRNAs (17 y 20) que actuarían como biomarcadores.
Ahora queda comprobar si estos resultados se pueden trasladar a enfermos de verdad. El mismo grupo de la Universidad Thomas Jefferson está organizando un ensayo clínico en el que enrolarará a mujeres con cáncer de mama que necesiten radioterapia. El ensayo se llama CaReFOR (Investigación Oncológica con Restricción Calórica, en su acrónimo en inglés).

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