Un gran consumo materno de alcohol durante el embarazo tiene efectos muy
nocivos para el feto. Pero incluso cantidades discretas de alcohol
pueden perjudicar la inteligencia futura del niño o niña. Basta con
beber uno o dos vasitos de vino a la semana durante el embarazo para que
el alcohol consumido pueda influir de manera negativa en el coeficiente
(o cociente) intelectual del hijo o hija. Ésta es la inquietante
conclusión a la que se ha llegado en un nuevo estudio dirigido por
investigadores de las universidades de Oxford y Bristol en el Reino
Unido.
"Éste es un estudio complejo, pero su mensaje es muy
simple: Incluso cantidades moderadas de alcohol durante el embarazo
pueden tener efecto sobre la inteligencia futura del niño", advierte el
Dr. Ron Gray de la Unidad de Epidemiología Perinatal Nacional en la
Universidad de Oxford, y coautor de la nueva investigación. "Así que las
mujeres tienen una buena razón para decidir no consumir alcohol cuando
estén embarazadas".
Hoy en día no hay consenso entre los médicos
acerca de si prohibirle o no a la futura madre consumir un poco de
alcohol durante el embarazo. Algunas directrices sanitarias oficiales
recomiendan una abstinencia total del alcohol, durante el embarazo,
mientras que otras son más permisivas y asumen que un consumo moderado
de alcohol no entraña riesgos para el feto.
Los estudios previos
sobre los efectos del consumo moderado de alcohol por la madre sobre el
coeficiente intelectual de su niño produjeron resultados
contradictorios. Esto podría deberse a que es difícil separar los
efectos de ese consumo moderado de otros factores sociales y de estilo
de vida, como el hábito de fumar, la dieta, el nivel económico, y la
edad y educación de la madre.
Este estudio, que se considera que
es el primero sustancial de su tipo, se basó en un enfoque diferente
para analizar el consumo moderado de alcohol durante el embarazo y el
coeficiente intelectual de los niños. En él se usó la variación genética
para investigar los efectos de beber 1 a 6 unidades de alcohol por
semana en un gran grupo de más de 4.000 mujeres.Un
vaso pequeño, de 125 mililitros, de vino, tiene alrededor de 1,5
unidades, mientras que una pinta de cerveza de graduación alcohólica
estándar tiene aproximadamente 2 unidades. Entre las participantes del
estudio no se incluyó a mujeres que bebieran mucho alcohol.
Como
las variaciones individuales que las personas tienen en su ADN no están
ligadas a factores sociales y del estilo de vida, sino que están
distribuidas al azar por toda la población, este enfoque genético
elimina la complicación potencial de que estos otros factores influyan
sobre el resultado.
Los investigadores encontraron entre los niños cuatro variantes genéticas en genes que metabolizan el alcohol que estaban relacionadas fuertemente con un coeficiente intelectual más bajo a la edad de ocho años. El coeficiente intelectual del niño era como promedio casi dos puntos más bajo por modificación genética que poseía. Este efecto se observó sólo entre los hijos de mujeres que consumieron alcohol.
No hubo un efecto evidente entre los niños cuyas madres se abstuvieron de beber alcohol durante el embarazo, lo cual sugiere que la exposición al alcohol en el útero era lo que conducía a la diferencia en el coeficiente intelectual del hijo.
Las variaciones en genes que codifican enzimas que metabolizan el alcohol pueden conducir a diferencias en la cantidad de tiempo que persiste el alcohol a niveles altos en el cuerpo, que es lo que se cree que podría afectar de manera significativa al desarrollo del feto en algunos casos.
"Los resultados que hemos obtenido sugieren que incluso a niveles de consumo de alcohol que normalmente se consideran inofensivos, es posible detectar diferencias en el coeficiente intelectual del niño, que dependen de la capacidad del feto para eliminar este alcohol", resume la Dra. Sarah Lewis, de la Universidad de Bristol y coautora del estudio. "Esto evidencia que incluso a estos niveles moderados, el alcohol influye sobre el desarrollo del cerebro del feto".
Esta investigación respalda la sospecha de que beber alcohol en cantidades pequeñas durante el embarazo puede bastar para dañar al feto. El consumo de alcohol durante el embarazo está detrás de muchos problemas infantiles en el mundo. En el caso del Reino Unido, por ejemplo, se estima que 6.000 bebés nacen al año con daños cerebrales, problemas físicos o de aprendizaje como resultado de que la madre consumió mucho alcohol durante su embarazo.
"Es imposible decir qué constituye una cantidad "segura" de alcohol que una madre pueda beber, ya que cada embarazo es diferente, así que nuestro consejo a las madres es que no arriesguen la salud de su bebé, o sea que no beban nada de alcohol", recomienda el Dr. Simon Newell, un directivo del Real Colegio británico de Pediatría y Salud Infantil.
Los investigadores encontraron entre los niños cuatro variantes genéticas en genes que metabolizan el alcohol que estaban relacionadas fuertemente con un coeficiente intelectual más bajo a la edad de ocho años. El coeficiente intelectual del niño era como promedio casi dos puntos más bajo por modificación genética que poseía. Este efecto se observó sólo entre los hijos de mujeres que consumieron alcohol.
No hubo un efecto evidente entre los niños cuyas madres se abstuvieron de beber alcohol durante el embarazo, lo cual sugiere que la exposición al alcohol en el útero era lo que conducía a la diferencia en el coeficiente intelectual del hijo.
Las variaciones en genes que codifican enzimas que metabolizan el alcohol pueden conducir a diferencias en la cantidad de tiempo que persiste el alcohol a niveles altos en el cuerpo, que es lo que se cree que podría afectar de manera significativa al desarrollo del feto en algunos casos.
"Los resultados que hemos obtenido sugieren que incluso a niveles de consumo de alcohol que normalmente se consideran inofensivos, es posible detectar diferencias en el coeficiente intelectual del niño, que dependen de la capacidad del feto para eliminar este alcohol", resume la Dra. Sarah Lewis, de la Universidad de Bristol y coautora del estudio. "Esto evidencia que incluso a estos niveles moderados, el alcohol influye sobre el desarrollo del cerebro del feto".
Esta investigación respalda la sospecha de que beber alcohol en cantidades pequeñas durante el embarazo puede bastar para dañar al feto. El consumo de alcohol durante el embarazo está detrás de muchos problemas infantiles en el mundo. En el caso del Reino Unido, por ejemplo, se estima que 6.000 bebés nacen al año con daños cerebrales, problemas físicos o de aprendizaje como resultado de que la madre consumió mucho alcohol durante su embarazo.
"Es imposible decir qué constituye una cantidad "segura" de alcohol que una madre pueda beber, ya que cada embarazo es diferente, así que nuestro consejo a las madres es que no arriesguen la salud de su bebé, o sea que no beban nada de alcohol", recomienda el Dr. Simon Newell, un directivo del Real Colegio británico de Pediatría y Salud Infantil.
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