En el Laboratorio de Metabolismo Energético del Instituto de Neurobiología
(INb) de la UNAM (México), el equipo encabezado por Carmen Aceves
Velasco estudia, de manera integral, el efecto de varios compuestos
yodados (tironinas, yodolípidos y diferentes formas químicas de yodo) en
el desarrollo, función y patología de algunos órganos y tejidos que lo
atrapan, como la glándula mamaria, la próstata, el ovario y el tejido
nervioso.
El hallazgo permitió el registro de dos patentes: una
ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), y la otra
ante el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT), para su
cobertura internacional.
La primera es para hiperplasia
prostática benigna, que obtuvo registro ante el IMPI en 2010 y ante el
PCT en 2011; y la segunda, para tumores quimioresistentes (mama,
próstata y neuroblastoma), con registro nacional en 2012 e internacional
en 2013.
Se trata de una investigación precursora a escala
mundial –iniciada hace unos 13 años– respecto a los efectos benignos del
yodo molecular (I2) en el tratamiento de cáncer, y es el único grupo
dedicado a mama y próstata.
El trabajo de los universitarios
–informó la científica en conferencia de medios junto con Raúl Paredes
Guerrero, director del INb, y Ramiro Pérez Campos, presidente del
Consejo de Dirección del campus Juriquilla de la UNAM– ha sido dado a
conocer en alrededor de ocho publicaciones científicas internacionales
arbitradas.
En esta labor participan también Brenda Anguiano
Serrano; la técnica académica María Guadalupe Delgado, así como diversos
médicos del sector salud de Querétaro y estudiantes de pre y posgrado.
Aceves
Velasco expuso que el I2 sólo se puede obtener en las algas marinas
frescas, pardas, como las Wakame y Kelp; resulta inocuo hasta ciertos
límites. Si se consume en exceso puede tener efectos secundarios en la
tiroides, por lo que debe administrarse bajo supervisión médica. En
tanto, el yoduro que contiene la sal no tiene efecto, por lo que de
ninguna manera se debe incrementar su ingesta.
Las
glándulas mamaria y prostática –órganos exclusivos de los mamíferos– se
desarrollan en la pubertad y su diferenciación y función dependen de
hormonas sexuales. Ambos tejidos son susceptibles de generar patologías
benignas (fibrosis mamaria e hiperplasia prostática) y malignas
(cáncer). Se conoce que la historia reproductiva, así como los factores
dietético-ambientales, están relacionados con la incidencia de esas
enfermedades.
Existen evidencias de que la forma química en la
cual el yodo es ingerido, repercute en efectos órgano-específicos. Así,
el yoduro (I) es más eficiente en revertir el crecimiento de la tiroides
(bocio) asociado a la deficiencia dietética de este elemento; mientras
que en la glándula mamaria, parece ser que el elemento activo es el yodo
molecular.
La importancia del I2 en la fisiología de las
glándulas mamaria y prostática se evidencia en los reportes
epidemiológicos. En las poblaciones asiáticas el consumo abundante de
algas marinas se ha asociado con la baja incidencia (de tres a cinco
veces menos en comparación con el resto del mundo) de fibrosis mamaria,
hiperplasia prostática y cáncer de ambos tejidos.
Las algas
marinas son ricas en yodo (contienen 30 mil veces más que cualquier otro
ser vivo) y lo acumulan en diferentes formas químicas (I, I2, yodo
unido a proteínas, etcétera), por lo que los asiáticos consumen
aproximadamente 25 veces más ese elemento que los occidentales.
En
pacientes con cáncer tiroideo la administración de yodo reduce el
tamaño del tumor y este efecto parece ser dependiente de la formación de
lípidos yodados, como la 6-yodolactona (6-IL). Efectos similares se han
encontrado en patologías mamarias y prostáticas.
Datos del
Laboratorio de Metabolismo Energético del INb muestran que la
administración crónica de I2 disminuye la incidencia de cáncer mamario
generado por cancerígenos químicos en modelos animales. Esta protección
no se presenta con el suplemento de yoduro o de hormonas tiroideas. En
cultivos de células tumorales mamarias, prostáticas y de neuroblastoma
encontraron que el I2 induce muerte celular programada (apoptosis),
mediante la inducción y activación de caspasas (proteínas específicas).
Estas
últimas son enzimas que se encargan de fragmentar el material genético
de la célula (ADN), lo que da como resultado su muerte y condensación y
permite su eliminación por el sistema inmune. Los universitarios han
descrito que en el caso del cáncer mamario, el suplemento del I2 genera
yodolípidos semejantes a la 6-IL y que este lípido puede ejercer efectos
antitumorales a través de su unión específica con receptores nucleares
conocidos como receptores activados por peroxisomas (PPAR, por sus
siglas en inglés).
La unión 6-IL-PPRL promueve la apoptosis, la disminución de factores relacionados con la formación de vasos sanguíneos y de metástasis y, en algunos casos, diferenciación celular.
La unión 6-IL-PPRL promueve la apoptosis, la disminución de factores relacionados con la formación de vasos sanguíneos y de metástasis y, en algunos casos, diferenciación celular.
Dado que
el suplemento dietético de I2 no genera ningún efecto secundario
adverso, tanto en la fisiología tiroidea como en la salud en general, el
grupo de la UNAM inició, en colaboración con algunas dependencias del
sector salud de Querétaro (hospitales Regional del IMSS y General del
ISSSTE), protocolos clínicos encaminados al tratamiento con I2 de
pacientes con patologías mamarias y prostáticas, tanto benignas como
malignas. Los estudios fueron aprobados por los comités de ética de la
Secretaría de Salud y del INb.
Los resultados obtenidos en
pacientes con cáncer mamario muestran que el yodo tiene efectos
antiestrogénicos (la principal hormona femenina); disminuyen la llegada
del estrógeno al núcleo de las células (traslocación nuclear), con lo
cual la hormona no actúa sobre sus receptores alfa. Esto reduce la
proliferación y vascularización tumoral.
Además, la
coadministración del yodo con antineoplásicos clásicos (antraciclinas)
se acompañó de una respuesta sinérgica (mayor reducción del tamaño
tumoral) a la quimioterapia en todas las mujeres y en el 30 por ciento
de los casos se detectó una remisión total, lo que sugiere que su acción
incluye mecanismos que impiden el desarrollo de quimio-resistencia.
Aunado a lo anterior, su uso con antraciclinas previene el daño cardiaco
en mujeres, tal como se observó en modelos animales, por lo que los
científicos han propuesto su empleo como estrategia terapéutica.
En
lo que se refiere a la hiperplasia (aumento de tamaño) prostática
benigna humana, los universitarios han mostrado que el suplemento con
yodo reduce significativamente los síntomas y el tamaño de la glándula,
lo que se refleja en una disminución en los niveles circulantes del
antígeno prostático y en una notable mejoría en la velocidad del flujo
urinario.
Estudios en células tumorales del sistema nervioso,
como el neuroblastoma, han mostrado que el suplemento de yodo molecular
en adición con ácido retinoico sensibiliza a las células a este último
componente, lo que permite la diferenciación celular e induce la muerte
por apoptosis. Estos hallazgos, aunque iniciales, permitirían comenzar
estudios en niños donde se presenta el 90 por ciento de estos tumores,
para su tratamiento sin el uso de quimioterapias más agresivas.
Wakame |
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