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lunes, 17 de marzo de 2014

TERAPIA GÉNICA DEMUESTRA SEGURIDAD Y EFICACIA EN EL TRATAMIENTO DEL VIH

El trabajo presentado en la Conferencia en Retrovirus y Enfermedades Oportunistas (CROI) y publicado simultáneamente en el New England Journal of Medicine, y es indudable que se trata de un trabajo pionero y prometedor. 
Por primera vez, una terapia génica se ha mostrado segura (el objetivo primario del estudio, un fase I) y eficaz (aunque sólo parcialmente) para lograr que el sistema inmunológico sea capaz de eliminar el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), en lo que podría suponer un precoz paso hacia la erradicación del VIH, no apto, eso sí, para todos los bolsillos.
Según el español Pablo Tebas, primer firmante del artículo, lo que se ha conseguido por primera vez con este estudio es "editar el genoma" y eliminar algunas células de la secuencia de ADN que codifica el gen CCR5. Las personas que presentan de forma natural esta mutación -CCR5-delta32- son inmunes a la infección por VIH pero el porcentaje de afortunados apenas alcanza el 1% de la población.
Para lograr esta edición, los investigadores de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) utilizaron una tecnología denominada nucleasa de dedos de zinc (ZFN, de sus siglas en inglés), una proteína sintética desarrollada por la compañía Sangamo BioScience que, una vez dentro de la célula, sabe buscar una secuencia de ADN determinada y eliminarla. Terapia génica en estado puro.
Por supuesto, el primer paso fue muy anterior a la publicación hoy de los resultados en humanos. En 2008, la revista Nature Biotechnology recogía la prueba de que el concepto funcionaba en el laboratorio. Un año después, y financiado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU y la propia Sangamo BioScience, comenzaba el estudio que se acaba de presentar en Boston.
Se trata de un estudio muy pequeño y que como explica Tebas es solo "una prueba de concepto" de que la terapia génica puede funcionar frente al VIH en humanos. "Faltan años para que se consiga erradicar así el virus y, probablemente, haya de utilizarse en combinación con otras estrategias", subraya el investigador español.
Para llevar a cabo esta prueba, los científicos seleccionaron a 12 pacientes seropositivos en tratamiento para controlar la infección por VIH. Seis de ellos tenían una infección más avanzada, por lo que se decidió no retirarles la medicación antirretroviral tras la infusión de las células modificadas, bautizadas como SB-728-T, mientras que a los seis restantes sí se les retiró la terapia, sólo durante 12 semanas.
Lo que se les transfirió a los 12 pacientes no fue otra cosa que sus propias células modificadas genéticamente. La cantidad: alrededor de 10.000 millones de CD4, una cifra que parece muy elevada pero no supone más de un 14% del total de estas células inmunológicas.
Además de demostrar la seguridad de la técnica, ya que no se registraron efectos secundarios graves, lo que se vio es, según Tebas, que las células modificadas "sobrevivían mejor en presencia del VIH". En los pacientes que seguían recibiendo el tratamiento, se observó un incremento de los CD4, "un marcador de que el sistema inmunológico mejora". También se vio que las células modificadas se encontraban cómodas en uno de los tradicionales reservorios del VIH, el tejido linfático del intestino.
En cuatro de los individuos a los que se retiró la medicación, se observó una disminución de la carga viral e incluso en uno de ellos la reducción cayó por debajo de los niveles detectables. A todos los efectos, era como si hubiera seguido medicándose. Posteriormente se descubrió que este paciente tenía la mutación CCR5 delta -32 pero de forma heterocigota, es decir, una sola copia de la versión mutada del gen, algo que es mucho más habitual que la homocigótica y que no protege frente a la infección por VIH.
El trabajo publicado en NEJM no es el primero ni el último en explorar esta vía de acción. El pistoletazo de salida lo dio el que es hasta la fecha el único caso de curación conocido del VIH, el de Timothy Brown que, tras enfermar de leucemia y recibir un trasplante de médula ósea de un paciente con la mutación CCR5 delta-32, se curó de su cáncer y su infección por VIH. A esta buena noticia, le siguió el jarro de agua fría de otros dos pacientes que no lograron curarse tras recibir un trasplante de médula aunque, en su caso, el donante no era portador de la famosa mutación.
Aunque existe expectación en la comunidad científica, algunos investigadores se muestran extremadamente cautos con estos resultados. Es el caso del jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, Jose María Gatell que, también desde Boston, explica que el trabajo se trata de "la primera publicación formal de un tema que lleva varios años y que por el momento no se ha concretado en nada práctico". 


Fuente: El Mundo

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