El cáncer protege del alzhéimer (en general, de enfermedades del
cerebro y del sistema nervioso central), y viceversa. Esta curiosa
paradoja, que durante años ha desconcertado a oncólogos, psiquiatras y
neurólogos, ya tiene una explicación; y está en los genes. Científicos
del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
(CNIO) dirigidos por Alfonso Valencia se han sumergido con herramientas
informáticas en el ADN de 1.700 pacientes y han identificado un
centenar de genes responsables de esta asociación, lo que representa la
evidencia molecular más contundente de la relación excluyente entre
tumores y enfermedades neurodegenerativas y su efecto protector cruzado.
Distintos estudios ya habían observado una menor incidencia de casos
de cáncer entre enfermos de alzhéimer, párkinson o esquizofrenia. En los
pacientes con alzhéimer, por ejemplo, el riesgo de un tumor es un 42%
inferior. Entre personas con esquizofrenia, la relación a era aún más
llamativa, como destaca Rafael Tabarés, catedrático de Psiquiatría de la
Universidad de Valencia
y cofirmante del estudio. “Algunas de estas personas son grandes
fumadores y, comparativamente, padecen menos tumores de pulmón de lo que
sería esperable por este hábito”, lo que desconcertaba aún más a los
investigadores.
Anteriormene se habían planteado distintas hipótesis para describir
la vinculación inversa entre estas enfermedades aparentemente tan
dispares, pero no había ningún estudio que mediante pruebas analíticas
hubiera llegado a construir un relato suficientemente sólido. Hasta el
trabajo publicado este jueves por la revista PLOS Genetics.
Para llegar a ello, los investigadores del CNIO cruzaron mediante
herramientas bioinformáticas los datos de expresión genética de casi
1.700 personas procedentes de 30 estudios sobre enfermedades del sistema
nervioso central (SNC): alzhéimer, párkinson y esquizofrenia, y los de
trabajos sobre tres tipos de cáncer (colon, pulmón y próstata). Como
resultado de esta operación encontraron un centenar de genes que
intervenían en los dos tipos de enfermedades, aunque de forma distinta.
Había 74 genes cuyo comportamiento se encontraba reprimido en
personas con enfermedades del SNC pero sobreexpresado (trabajando en
exceso) en las personas con alguno de los tres tumores analizados. En
otros 19 genes se daba el caso contrario: presentaban una mayor
actividad en enfermedades como el alzhéimer y una expresión reducida en
afectados por cáncer.
“Hasta el 90% de los procesos biológicos que aparecen aumentados
(acelerados por una mayor expresión de los genes) en el caso del cáncer
están reprimidos en las enfermedades del sistema nervioso analizadas”,
destacan los investigadores del CNIO Cesar Boullosa y Kristina Ibáñez.
Esto sugiere que los mismos mecanismos celulares que disparan el cáncer
podrían estar protegiendo de sufrir alzhéimer, y al contrario.
Entre la lista de genes identificados se encuentra el PIN1,
relacionado con el proceso de plegamiento de las proteínas y que, a
pequeña escala, reproduce el hallazgo de los investigadores del CNIO. Si
se encuentra sobreactivado acelera el metabolismo celular, lo que se
vincula con el desarrollo de tumores. Pero, simultáneamente, protegería
del alzhéimer ya que impide el funcionamiento normal de la proteína TAU,
y esta tiene un papel clave en la neurodegeneración y, en concreto, su
acumulación se asocia a esta patología que daña a las neuronas.
Sin embargo, el mecanismo descrito por los investigadores no es
siempre tan lineal, y tiene mucho más que ver con procesos biológicos
más complejos y de acción de los genes.
El trabajo pone sobre la mesa otra cuestión cada vez más presente
entre los investigadores: plantea una raíz común entre unas patologías
en teoría tan distintas como los procesos neoplásicos y los
neurodegenerativos.
Esta cuestión ya la han abordado otros investigadores que hablan de
las enfermedades neurodegenerativas y el cáncer como dos caras de una
misma moneda: la alteración de mecanismos celulares básicos a lo largo
del envejecimiento. Es decir, sostienen que la senescencia es en sí
misma una enfermedad, más allá de que sus manifestaciones puedan ser
enfermedades oncológicas o neurodegenerativas, como sostiene Massimo
Musico, un investigador italiano que advirtió —a partir de la
observación de 200.000 casos— que el alzhéimer protege del cáncer.
Esta relación se basa en los controles que fallen en la regulación de
la proliferación y la muerte celular. Así, puede haber un desequilibrio
en un sentido —desarrollo incontrolado de los tejidos en el caso del
cáncer— o en el otro —problemas con la muerte celular programada y la
reparación de lesiones, en el caso de enfermedades neurodegenerativas—.
La expresión de estos desajustes se manifiesta con el comportamiento
genético descrito. Pero su origen es más complicado de determinar. En el
caso de la esquizofrenia, por ejemplo, se desconoce si la protección
frente al cáncer se debe al propio mecanismo que desencadena la
enfermedad o si es la medicación —de carácter crónico, se consume
durante años— que se administra para combatirla la que tiene esta
función antitumoral, como advierte Alfonso Valencia. “En todo caso, el
mecanismo final sería el descrito, ya fuera porque la propia enfermedad
reprimiera la expresión de un gen o si fuera debido al consumo de un
fármaco”.
De hecho, como apunta Rafael Tabarés, se ha observado que algunos
fármacos, como, por ejemplo, antipsicóticos de la familia de las
fenotiazinas —usados para tratar la esquizofrenia—, tienen efectos
anticancerígenos. De ahí que los investigadores planteen que la
asociación genética descrita en el trabajo entre tumores y enfermedades
del sistema nervioso podría ser aprovechada en beneficio de ambos tipos
de pacientes. “Podría abrir la puerta a la utilización de fármacos
antineoplásicos para tratar algunas dolencias del sistema nervioso y a
la inversa” plantean los investigadores del CNIO.
Fuente: El País
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