La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades
Coronarias (SEMICYUC) presentó los datos actualizados de su
registro científico ARIAM (Análisis del Retraso del Infarto Agudo de
Miocardio), cuyo objetivo, como cada año, descansa en continuar
recabando los datos necesarios para mejorar la asistencia sanitaria del
síndrome coronario agudo. El informe ARIAM, de carácter anual, ha
recogido en el año 2013 los datos de 2.343 pacientes que llegaron a
ingresar en la UCI. Los casos se registraron en 61 hospitales de toda
España del 1 de febrero al 30 de abril.
Según se desprende de los datos obtenidos, el tiempo transcurrido entre la llegada del paciente infartado al hospital y la apertura de la arteria obstruida mediante la realización de un cateterismo cardíaco es de 108 minutos. Si se considera el tiempo transcurrido desde que el paciente tiene el primer contacto sanitario (atención primaria), ese tiempo asciende a los 129 minutos. Para la doctora Ana Rosa Ochagavía, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cuidados Intensivos Cardiológicos y RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), “es fundamental reducir el tiempo de apertura de la arteria responsable de un infarto porque cuanto más tiempo está cerrada más daño se produce en el corazón y existen más probabilidades de sufrir complicaciones de riesgo vital”. Y aunque, según señala la misma facultativa, estos tiempos de asistencia se han reducido en los últimos años, “los profesionales sanitarios debemos seguir trabajando, a nivel tanto hospitalario como extrahospitalario, para disminuir el retraso en la reperfusión”. Una labor cuyo éxito también depende en buena medida de la propia ciudadanía: “es importante que la población reconozca los síntomas del infarto de forma precoz y contacte con el sistema sanitario lo antes posible”, recuerda Ochagavía.
La llegada al centro sanitario se realiza mediante medios o vehículos particulares en el 56% de los casos, siendo un 33% la cantidad de pacientes que lo hacen vía los servicios de urgencia (SEM-112).
En cualquier caso, solo el 5,1% de los pacientes infartados que han ingresado en la UCI fallece, lo que evidencia que, pese a las posibles y deseables mejoras, la asistencia sanitaria alcanza altas cotas de éxito y calidad.
El perfil tipo de una persona que sufre un síndrome coronario agudo es el de un varón (el 75% de los casos son hombres) de 66 años y con factores previos de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto: obesidad o sobrepeso, hipertensión, colesterol alto y tabaquismo.
Un 50% de los pacientes que sufren el fallo cardíaco tiene sobrepeso, y un 25% tiene obesidad. Los datos también certifican que la hipertensión arterial (la tensión alta) está presente hasta en el 62% de los casos, y la dislipemia (colesterol alto) en el 53%. También se constata que el 36% de los pacientes con síndrome coronario agudo son fumadores.
La doctora Ana Rosa Ochagavía, de SEMICYUC, explica que “estos factores de riesgo son modificables y la población debe ser consciente que cambiando sus hábitos de vida disminuye la probabilidad de padecer un infarto. Por ejemplo, abandonando el tabaco, haciendo ejercicio de forma habitual y controlando los niveles de tensión arterial, azúcar y colesterol. Y es importante la colaboración de los médicos intensivistas, los médicos de atención primaria, cardiólogos y otros especialistas para poder controlar estos factores de riesgo”.
El registro ARIAM, promovido por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), se pone en funcionamiento en 1994. Desde entonces, el registro cuenta ya con más de 100.000 casos de pacientes que sufrieron un síndrome coronario agudo (SCA), lo que supone una base de datos de gran valor científico para analizar y mejorar la asistencia sanitaria de este tipo de dolencia. Para la Dra. Ochagavía, “el registro ARIAM nos proporciona información sobre los pacientes que han sufrido un infarto en todo el territorio nacional. Por lo tanto, nos permite conocer mejor las características de estos pacientes y la actuación del sistema sanitario, lo cual permite detectar los problemas que son mejorables y plantear soluciones. Además, dado que el período de duración del registro es tan amplio, nos ayuda a saber cómo va cambiando la enfermedad con los años y a conocer si los cambios realizados en los programas de tratamiento influyen en la evolución de la enfermedad con los años”.
Según se desprende de los datos obtenidos, el tiempo transcurrido entre la llegada del paciente infartado al hospital y la apertura de la arteria obstruida mediante la realización de un cateterismo cardíaco es de 108 minutos. Si se considera el tiempo transcurrido desde que el paciente tiene el primer contacto sanitario (atención primaria), ese tiempo asciende a los 129 minutos. Para la doctora Ana Rosa Ochagavía, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cuidados Intensivos Cardiológicos y RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), “es fundamental reducir el tiempo de apertura de la arteria responsable de un infarto porque cuanto más tiempo está cerrada más daño se produce en el corazón y existen más probabilidades de sufrir complicaciones de riesgo vital”. Y aunque, según señala la misma facultativa, estos tiempos de asistencia se han reducido en los últimos años, “los profesionales sanitarios debemos seguir trabajando, a nivel tanto hospitalario como extrahospitalario, para disminuir el retraso en la reperfusión”. Una labor cuyo éxito también depende en buena medida de la propia ciudadanía: “es importante que la población reconozca los síntomas del infarto de forma precoz y contacte con el sistema sanitario lo antes posible”, recuerda Ochagavía.
La llegada al centro sanitario se realiza mediante medios o vehículos particulares en el 56% de los casos, siendo un 33% la cantidad de pacientes que lo hacen vía los servicios de urgencia (SEM-112).
En cualquier caso, solo el 5,1% de los pacientes infartados que han ingresado en la UCI fallece, lo que evidencia que, pese a las posibles y deseables mejoras, la asistencia sanitaria alcanza altas cotas de éxito y calidad.
El perfil tipo de una persona que sufre un síndrome coronario agudo es el de un varón (el 75% de los casos son hombres) de 66 años y con factores previos de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto: obesidad o sobrepeso, hipertensión, colesterol alto y tabaquismo.
Un 50% de los pacientes que sufren el fallo cardíaco tiene sobrepeso, y un 25% tiene obesidad. Los datos también certifican que la hipertensión arterial (la tensión alta) está presente hasta en el 62% de los casos, y la dislipemia (colesterol alto) en el 53%. También se constata que el 36% de los pacientes con síndrome coronario agudo son fumadores.
La doctora Ana Rosa Ochagavía, de SEMICYUC, explica que “estos factores de riesgo son modificables y la población debe ser consciente que cambiando sus hábitos de vida disminuye la probabilidad de padecer un infarto. Por ejemplo, abandonando el tabaco, haciendo ejercicio de forma habitual y controlando los niveles de tensión arterial, azúcar y colesterol. Y es importante la colaboración de los médicos intensivistas, los médicos de atención primaria, cardiólogos y otros especialistas para poder controlar estos factores de riesgo”.
El registro ARIAM, promovido por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), se pone en funcionamiento en 1994. Desde entonces, el registro cuenta ya con más de 100.000 casos de pacientes que sufrieron un síndrome coronario agudo (SCA), lo que supone una base de datos de gran valor científico para analizar y mejorar la asistencia sanitaria de este tipo de dolencia. Para la Dra. Ochagavía, “el registro ARIAM nos proporciona información sobre los pacientes que han sufrido un infarto en todo el territorio nacional. Por lo tanto, nos permite conocer mejor las características de estos pacientes y la actuación del sistema sanitario, lo cual permite detectar los problemas que son mejorables y plantear soluciones. Además, dado que el período de duración del registro es tan amplio, nos ayuda a saber cómo va cambiando la enfermedad con los años y a conocer si los cambios realizados en los programas de tratamiento influyen en la evolución de la enfermedad con los años”.
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