Es sabido que la restricción calórica alarga la vida en todos los
organismos en que se ha probado: levaduras, gusanos, moscas, ratones y
macacos. Científicos de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA)
revelan ahora una alternativa que funciona muy bien, al menos en
gusanos: suplementar la comida con alfa-cetoglutarato, un metabolito
implicado en el procesamiento de energía en todas las células. Una dieta
normal suplementada con alfa-cetoglutarato alarga la vida del gusano un
50%, tanto como la restricción calórica.
Los resultados, obtenidos por Jing Huang y sus colegas del Instituto de Biología Molecular y otra decena de departamentos de UCLA, y presentados en Nature, están muy lejos de poderse extrapolar a los mamíferos, no digamos ya a la especie humana.
El gusano Caenorhabditis elegans, sin embargo, es uno de los grandes sistemas modelo para estudiar la biología humana. Y los principios generales del envejecimiento son una de las áreas de investigación en que más fácil ha resultado generalizar hasta ahora. También el alfa-cetoglutarato es un metabolito universal, y universalmente implicado en la regulación energética.
“Nuestro análisis revela nuevos nexos moleculares entre un metabolito común, un generador universal de energía celular y la restricción calórica en la regulación de la esperanza de vida del organismo”, sostiene Huang, “lo que implica nuevas estrategias para la prevención y el tratamiento del envejecimiento y las enfermedades relacionadas con él”. No está de más recordar que esas enfermedades son el infarto, el ictus, el cáncer y los procesos neurodegenerativos, que es de lo que se muere casi todo el mundo en Occidente, y cada vez más en los países en desarrollo.
Los investigadores —quizá de modo insólito en un artículo técnico— no hacen nada por ocultar sus objetivos últimos: “Las moléculas de la longevidad que retrasen el envejecimiento y alarguen la vida han sido siempre un sueño de la humanidad”, escriben en Nature. “El hallazgo de metabolitos endógenos como el alfa-cetoglutarato que alteran el tiempo de vida de ‘C. elegans’ indica que pueden existir mecanismos internos accesibles a la intervención”. Aunque Desde luego reconocen: “Queda por ver si esto puede traducirse a la manipulación del envejecimiento en los seres humanos”.
Frenar el proceso del envejecimiento es uno de los objetivos prioritarios de la investigación biomédica, y cada vez más de la ‘Big Pharma’, la gran industria farmacéutica. Una de las grandes conclusiones de la última década es que el metabolismo de la energía es una cuestión crucial. Aunque en humanos solo hay indicios hasta ahora, un hecho establecido en el campo es que la restricción calórica —pasar hambre, redondeando un poco— alarga drásticamente la vida de cualquier animal. Pero también hay personas privilegiadas por la lotería genética, que nacen con los genes metabólicos adecuados para comer bien sin engordar.
La gran esperanza de los científicos del campo es hallar una pequeña molécula —un candidato a fármaco— que pueda imitar los efectos de la restricción calórica sin necesidad de someterse a ella.
Los resultados, obtenidos por Jing Huang y sus colegas del Instituto de Biología Molecular y otra decena de departamentos de UCLA, y presentados en Nature, están muy lejos de poderse extrapolar a los mamíferos, no digamos ya a la especie humana.
El gusano Caenorhabditis elegans, sin embargo, es uno de los grandes sistemas modelo para estudiar la biología humana. Y los principios generales del envejecimiento son una de las áreas de investigación en que más fácil ha resultado generalizar hasta ahora. También el alfa-cetoglutarato es un metabolito universal, y universalmente implicado en la regulación energética.
“Nuestro análisis revela nuevos nexos moleculares entre un metabolito común, un generador universal de energía celular y la restricción calórica en la regulación de la esperanza de vida del organismo”, sostiene Huang, “lo que implica nuevas estrategias para la prevención y el tratamiento del envejecimiento y las enfermedades relacionadas con él”. No está de más recordar que esas enfermedades son el infarto, el ictus, el cáncer y los procesos neurodegenerativos, que es de lo que se muere casi todo el mundo en Occidente, y cada vez más en los países en desarrollo.
Los investigadores —quizá de modo insólito en un artículo técnico— no hacen nada por ocultar sus objetivos últimos: “Las moléculas de la longevidad que retrasen el envejecimiento y alarguen la vida han sido siempre un sueño de la humanidad”, escriben en Nature. “El hallazgo de metabolitos endógenos como el alfa-cetoglutarato que alteran el tiempo de vida de ‘C. elegans’ indica que pueden existir mecanismos internos accesibles a la intervención”. Aunque Desde luego reconocen: “Queda por ver si esto puede traducirse a la manipulación del envejecimiento en los seres humanos”.
Frenar el proceso del envejecimiento es uno de los objetivos prioritarios de la investigación biomédica, y cada vez más de la ‘Big Pharma’, la gran industria farmacéutica. Una de las grandes conclusiones de la última década es que el metabolismo de la energía es una cuestión crucial. Aunque en humanos solo hay indicios hasta ahora, un hecho establecido en el campo es que la restricción calórica —pasar hambre, redondeando un poco— alarga drásticamente la vida de cualquier animal. Pero también hay personas privilegiadas por la lotería genética, que nacen con los genes metabólicos adecuados para comer bien sin engordar.
La gran esperanza de los científicos del campo es hallar una pequeña molécula —un candidato a fármaco— que pueda imitar los efectos de la restricción calórica sin necesidad de someterse a ella.
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