Aunque a priori intervenir sobre un único gen o proteína
responsable de una enfermedad, parece sencillo, no lo es. Tal es el caso
de la proteína huntingtina, cuya mutación causa la enfermedad de
Huntington, incurable y con poco tratamiento. Para empezar, se desconoce
la función exacta de la huntingtina, aunque sí que se sabe que
participa en numerosos procesos celulares y que resulta esencial para el
desarrollo del sistema nervioso central. De hecho, el silenciamiento
del gen (evitar que haya huntingtina) es incompatible con la vida, y hoy
día evitar de forma específica la expresión de la huntingtina mutada
supone todo un reto. Por ello, otras estrategias terapéuticas contemplan
la posibilidad de frenar la progresión o de retrasar la aparición de la
enfermedad. En este contexto, la investigadora Leire Valcárcel del
Departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal de la
UPV/EHU, en España, ha realizado un estudio acerca de factores que
podrían modificar la edad de inicio de la enfermedad, con el fin de
actuar sobre ellos para poder retrasar e incluso, tal vez, evitar la
aparición de la enfermedad.
También conocida como Corea de Huntington o baile de San Vito, la
enfermedad de Huntington se define como un trastorno neurodegenerativo,
genético, hereditario y poco frecuente, de comienzo tardío. Desde 1993,
se conoce que esta grave enfermedad está causada por una única mutación,
la expansión del triplete CAG (citosina-adenina-guanina), en el gen HTT
que codifica una proteína llamada huntingtina. Como consecuencia, la
huntingtina mutada, que es incapaz de cumplir con las funciones propias
de la proteína, forma agregados proteicos que provocan la muerte de las
neuronas. La mutación es heredable y muestra un patrón dominante, por lo
que la inmensa mayoría de los pacientes con Huntington son hijos de
personas afectadas, ya que los descendientes de un único progenitor
enfermo tendrán un 50 % de probabilidades de heredar la enfermedad.
Esto, unido a que generalmente la enfermedad se manifiesta entre los 45 y
55 años de edad, ya pasada la edad reproductiva, provoca que la
enfermedad se perpetúe en las familias durante generaciones. Se estima
que, aproximadamente 1 de cada 10.000 habitantes de origen europeo
padece esta enfermedad, hombres y mujeres indistintamente.
El trabajo de la UPV/EHU se ha centrado en el estudio de potenciales
factores modificadores de la edad de inicio de la enfermedad de
Huntington, con el objetivo de ampliar el conocimiento acerca de estos
factores que podrían funcionar como potenciales dianas terapéuticas para
retrasar el inicio de la enfermedad.
“Hemos llevado a cabo un estudio de asociación entre la edad de
inicio, el número de tripletes CAG y los factores modificadores
seleccionados. Para ello, hemos analizado el triplete CAG de cada
paciente y seleccionado y analizado 117 polimorfismos o variantes
genéticas en 20 genes, algunos de ellos ya relacionados con la
patología. También hemos incluido variables relacionadas con el estilo
de vida, hasta la fecha apenas exploradas en cuanto a su relación con la
edad de inicio de esta enfermedad, entre ellas el consumo de tabaco o
el abuso de alcohol”, explica la investigadora Leire Valcárcel.
“Gracias a este estudio hemos identificado un nuevo gen, nunca antes
relacionado con esta patología y mucho menos con su edad de inicio. Pero
más importante aún, los resultados obtenidos del análisis de los
niveles de expresión de mRNA (RNA mensajero) de ese gen nos han dado
información acerca de su posible mecanismo de actuación”, señala
Valcárcel. “Las evidencias obtenidas también sugieren que el control
sobre factores relacionados con el estilo de vida podrían retrasar la
aparición de los síntomas del Huntington en 5 años de media”, añade. La
intención de la comunidad científica es intervenir sobre dichos genes o
factores para o bien curar la enfermedad o retrasar su aparición lo
máximo posible.
Los resultados del estudio no sólo han generado resultados
significativos a nivel científico, sino que a nivel hospitalario se ha
impulsado la creación de un registro de pacientes y se ha establecido un
protocolo de actuación frente al diagnóstico genético y clínico de los
pacientes.
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