Lucy es el esqueleto de un homínido perteneciente a la especie Australopitecus afarensis, de 3,2 millones de años de antigüedad, descubierto por el estadounidense Donald Johanson el 24 de noviembre de 1974 a 150 km de Adís Abeba, Etiopía.
Se trata del esqueleto de una hembra de alrededor de 1 metro de altura, de aproximadamente 27 kg de peso (en vida), de unos 20 años de edad (las muelas del juicio estaban recién salidas) y que al parecer tuvo hijos, aunque no se sabe cuántos.
El nombre Lucy proviene de la canción "Lucy in the sky with diamonds" del conjunto musical The Beatles, que escuchaban los miembros del grupo investigador la noche posterior al hallazgo.
En el mismo sitio, un año después, se hallaron restos pertenecientes a un mínimo de seis individuos, dos de ellos de niños de unos cinco años, pero el esqueleto más completo fue el de Lucy, de quien se encontraron un total de 52 huesos. Actualmente los restos de Lucy están guardados en una caja fuerte en Addis Abeba capital de Etiopía.
RECONSTRUCCIÓN DE LUCY |
El profesor Carol Ward, del Departamento de Patología y Ciencias de la Anatomía de la Escuela de Medicina de la Universidad de Misuri, y sus colegas han encontrado la clave para explicar que estos Australopitecis andaban erguidos en un pequeño hueso que han encontrado casi en perfecto estado de conservación en la localidad de Hadar, en Etiopía.
ESQUELETO DE LUCY |
El hueso es el cuarto "metatarsiano", uno de los huesos largos que conecta el dedo del pie con la base del pie, y tiene características similares a las del pie humano moderno y no a las de los simios. Mediante el análisis de la forma y otros detalles de este hueso, el doctor Ward y sus colegas concluyeron que el pie del Australopitecus afarensis tenía un arco bien formado.
Esto significa que su pie debería haber sido lo suficientemente rígido para empujar el peso del cuerpo contra el suelo, pero también lo suficientemente flexible como para absorber los golpes de los objetos con los que un pie se encuentra al caminar, lo que sugiere que los pies de los afarensis se habían transformado por completo para realizar acciones humanas, como caminar y correr erguido, dicen los autores.
"El desarrollo de pies arqueados fue un cambio fundamental hacia la condición humana, porque significaba renunciar a la capacidad de utilizar el dedo gordo del pie para agarrar las ramas, lo que indica que nuestros antepasados habían abandonado por fin la vida en los árboles para vivir en el suelo", explicó Ward.
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