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jueves, 22 de diciembre de 2011

EL AUMENTO DE LA ACTIVIDAD DEL GEN dPCG-1 PROVOCA HASTA UN AUMENTO DEL 50% EN LA LONGEVIDAD

Una de las pocas maneras fiables de extender la vida de un organismo, ya sea una mosca de la fruta o un ratón, es restringir la ingesta de calorías. Pero esa estrategia no es fácil de seguir, y si se extrema mucho puede ocasionar efectos secundarios. Ahora, en un nuevo estudio con moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) se ha dado con una pieza clave del mecanismo que se pone en marcha al seguir una dieta de esa clase, y se ha conseguido regularla a fin de aumentar la longevidad de las moscas. En los humanos existe un gen similar.

Drosophila melanogaster
Aunque se sabe poco sobre los mecanismos biológicos que permiten que la citada dieta conduzca a un aumento de la longevidad, algunos estudios han demostrado que las células de los animales sometidos a restricción calórica tienen un mayor número de mitocondrias. En los mamíferos y las moscas, el gen PCG-1 regula la cantidad de estos generadores de energía celular, que convierten azúcares y grasas de los alimentos en energía para las funciones celulares.
Esta cadena de conexiones entre las mitocondrias y la longevidad inspiró a Leanne Jones (Instituto Salk para Estudios Biológicos) y Christopher L. Koehler (Universidad de California en San Diego) a investigar qué sucede cuando se fuerza al gen PCG-1 a incrementar su actividad. A tal fin, utilizaron técnicas de ingeniería genética encaminadas a reforzar la actividad del gen de la mosca de la fruta equivalente al gen PCG-1
Los investigadores descubrieron que el aumento de la actividad del dPCG-1, la versión del gen propia de la mosca de la fruta, se tradujo en un mayor número de mitocondrias y una mayor producción de energía en las moscas, el mismo fenómeno observado en los organismos sometidos a una dieta baja en calorías. Cuando la actividad del gen se aceleró en las células madre y las células progenitoras del intestino, que sirven para reponer los tejidos intestinales, estos cambios celulares estuvieron acompañados por una mejor salud y una mayor longevidad. Las moscas vivieron entre un 20 y un 50 por ciento más, dependiendo del método y de hasta qué punto los científicos alteraban la actividad del gen.
Frenar el envejecimiento de un único pero importante órgano, en este caso el intestino, puede tener un efecto notable en la salud general y en la longevidad.

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