El envejecimiento del cerebro se ralentiza ante la ausencia del ADN
polimerasa μ, conocido como gen Polμ, según revela una investigación en
la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, el Centro Nacional de Biotecnología, el Centro de Biología
Molecular “Severo Ochoa”, el Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares y la Universidad Pablo de Olavide, todos ellos en
España.
Un equipo de investigadores españoles ha realizado un
estudio, que publica la revista PLoS ONE, que asegura que la capacidad
de aprender y recordar a edades avanzadas en ratones está relacionada
con la actividad del Polμ y la reparación celular.
Los resultados
indican que los ratones carentes del gen Polμ presentan un aumento de
su vida media y mejores condiciones fisiológicas y metabólicas que los
ratones control. Además, los ratones deficientes en Polμ presentan una
mayor capacidad de aprendizaje asociativo a edades avanzadas, así como
una mayor potenciación de los circuitos neuronales corticales, un
mecanismo al que se le atribuye ser el sustrato nervioso de la capacidad
de aprender y recordar.
Dicho
gen está relacionado con uno de los mecanismos moleculares implicados
en reparar roturas en el material genético. Los estudios
electrofisiológicos apoyados en análisis bioquímicos y moleculares
llevados a cabo durante el estudio indican que los animales deficientes
en este gen presentan un nivel significativamente reducido de dicha
actividad reparadora (la cual es propensa a la introducción de errores) y
de daños de tipo oxidativo del ADN. Además, su actividad mitocondrial
es más eficiente.
El investigador del Instituto de Neurociencias
(centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández) Alfonso
Fairén, que ha participado en la investigación, explica: “El
envejecimiento del organismo está determinado por cambios fisiológicos
deletéreos, universales, progresivos y fundamentalmente irreversibles,
que están asociados a un daño acumulativo en todo tipo de moléculas,
células, tejidos y órganos”. Este aumento paulatino en nivel de daño
incrementa la probabilidad de desarrollar patologías.
Según el
investigador del CSIC, “aunque no existe un mecanismo exacto que
explique el fenómeno en su conjunto, una consecuencia definitiva del
proceso de envejecimiento es el deterioro de las funciones cognitivas”.
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