Una nueva investigación sugiere que el tamaño del canal del parto podría 
no ser el factor principal que limita la duración de la gestación en la 
especie humana.
Dos rasgos que diferencian a los humanos respecto
 a otros primates (su gran cerebro y su capacidad para caminar erguidos)
 podrían resultar conflictivos a la hora del parto. No es cosa fácil que
 la gran cabeza que contiene al gran cerebro pase por el canal del parto
 humano, pero, por otra parte, una pelvis más ancha, que sí dejase pasar
 con facilidad la cabeza, podría comprometer la marcha bípeda.
Desde
 hace tiempo, los científicos han postulado que la solución de la 
naturaleza para este problema es acortar la duración de la gestación 
para que el bebé nazca antes de que su cabeza sea demasiado grande. Como
 resultado, los bebés humanos son relativamente indefensos y poco 
desarrollados en términos de capacidad cognitiva y motora, en 
comparación con los de otros primates.
El equipo de la 
antropóloga Holly Dunsworth de la Universidad de Rhode Island en Estados
 Unidos, Peter Ellison de la Universidad de Harvard en Cambridge, 
Massachusetts, y Herman Pontzer del Hunter College en Nueva York, dos 
expertos en fisiología humana de la energía, cree que el factor 
realmente determinante para que la gestación humana no dure más de nueve
 meses es otro, de carácter metabólico.
Usando
 datos metabólicos sobre mujeres embarazadas, los investigadores 
muestran que las mujeres dan a luz justo cuando están a punto de entrar 
en una zona de peligro metabólico, una coincidencia a la que no se le ha
 dado, según ellos, la importancia que merece. Existe un límite para la 
cantidad de calorías que nuestro cuerpo puede quemar cada día. Durante 
el embarazo, las mujeres se acercan a ese techo energético y dan a luz 
justo antes de alcanzarlo. Eso sugiere que existe un límite energético 
para la duración de la gestación y el crecimiento fetal humano.
Según esta hipótesis, los bebés nacen cuando nacen porque la madre no puede dedicar más energía a la gestación y al crecimiento fetal. La energía de la madre sería la principal restricción evolutiva, no la anchura de las caderas.
Los autores del nuevo estudio creen que se ha 
sobrevalorado mucho el papel que una mayor anchura de caderas puede 
tener dificultando la locomoción bípeda.
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