Muchas vacunas, incluyendo las de la gripe (influenza), la poliomielitis
y el sarampión, consisten en una versión del virus muerta o atenuada
(inactiva). Sin embargo, en ciertas enfermedades, este tipo de vacuna es
ineficaz, o incluso demasiado peligrosa.
Una alternativa es una
vacuna hecha de pequeños fragmentos de proteínas producidas por el virus
o bacteria causante de la enfermedad. Este método ha funcionado en
algunas enfermedades, pero en muchos otros casos no provocan una
respuesta lo bastante fuerte.
Ahora un equipo de científicos del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la ciudad estadounidense
de Cambridge, ha desarrollado una nueva vía de vacunación. Esta
modalidad se basa en suministrar la dosis de la vacuna directamente a
los ganglios linfáticos, donde grandes poblaciones de células
inmunitarias residen. Las vacunas así preparadas y aplicadas logran
llegar hasta ahí porque se adhieren a la albumina, una proteína presente
en el torrente sanguíneo. En pruebas con ratones, estas vacunas
producen respuestas inmunitarias muy fuertes.
Esta estrategia
podría ser especialmente útil para administrar vacunas contra el VIH
(virus del SIDA) que resultasen más eficaces, y para estimular al
sistema inmunitario a fin de hacerle atacar a tumores cancerosos.
El
equipo de Darrell Irvine ha credo unas cuantas vacunas diferentes, que
atacan al virus VIH, al melanoma y al cáncer de cuello uterino, y ya las
ha probado en ratones. En estos experimentos, cada una de las vacunas
generó una gran población de células T de memoria específicas para el
péptido viral o tumoral adecuado para el ataque.
Los científicos supieron que avanzaban
hacia la dirección correcta en su investigación cuando constataron que
se generaban reacciones inmunitarias poderosísimas. En palabras de
Irvine, se podía examinar la sangre y contar de cada tres células T a
una que era específica contra el objetivo marcado por la vacuna. Las
vacunas de este tipo provocaron respuestas inmunitarias de 5 a 10 veces
más fuertes que las generadas mediante tan solo los antígenos de los
péptidos. La vacuna contra el melanoma enlenteció el crecimiento del
cáncer, y la vacuna contra el cáncer cervical redujo los tumores.
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