Un gen recientemente identificado asociado con el autismo
severo ofrece nuevas pistas sobre los factores que causan este trastorno
neurológico del desarrollo. El gen, que se describe en la revista «Nature», tiene un papel en el desarrollo neuronal. Según los investigadores, algunos defectos en este gen son determinantes para el desarrollo y mantenimiento de los circuitos neuronales en el cerebro, lo cual puede afectar la función cognitiva, y parece contribuir a los casos graves de autismo raras en las mujeres.
La reducción de los costes de las pruebas genéticas, sumado
a los nuevos y potentes medios de almacenamiento y análisis de grandes
cantidades de datos ha permitido avanzar en la investigación del genoma.
Sin embargo, aunque los estudios de asociación genómica han vinculado
muchos genes a enfermedades particulares, hasta ahora sus resultados han
fracasado a la hora de llevar a pruebas genéticas predictivas para
enfermedades comunes, como el alzhéimer, el autismo o la esquizofrenia.
«En genética, creemos que hay que secuenciar interminablemente antes de
encontrar algo -afirma Aravinda Chakravarti-. Pero nosotros pensamos que
tan importante es a quién se secuencia como a el número de personas».
Con esa idea, el equipo de la Universidad Johns Hopkins
(EE.UU.) de Chakravarti identificó a 13 familias en las que más de una
mujer tenía el trastorno del espectro autista. Por razones que no se
entienden, las niñas poseen muchas menos probabilidades que los niños de
padecer autismo, pero cuando las niñas tienen la enfermedad, sus síntomas suelen ser graves.
Chakravarti cree que las mujeres con autismo, sobre todo las que poseen
un pariente cercano que también se ve afectado, deben ser portadoras de
variantes genéticas muy potentes para la enfermedad. Por eso se
dispusieron a investigar cuáles eran.
Así compararon las secuencias de genes de los miembros
autistas de 13 de estas familias a las secuencias génicas de personas de
una base de datos pública. Así, encontraron cuatro posibles genes
causantes y se centraron en uno, CTNND2, porque estaba en una región del
genoma que se sabe que está vinculada con otra discapacidad
intelectual. Y cuando se estudiaron los efectos del gen en modelos de
pez cebra, ratones y cerebros de cadáveres humanos, se vio que la proteína que secreta afecta a cómo se regulan muchos otros genes.
La proteína CTNND2 se encuentra en niveles mucho más altos en los
cerebros fetales que en cerebros adultos u otros tejidos, según
Chakravarti, por lo que probablemente juega un papel clave en el
desarrollo del cerebro.
En concreto, los investigadores vieron que las mutaciones
en CNNTD2 interrumpen las conexiones o sinapsis neuronales, una
información que va en la misma línea de otros trabajos que sugieren que
muchas mutaciones genéticas asociadas con el autismo están involucradas
en el desarrollo de la sinapsis, aclara otro de los autores, Richard
Huganir. «Los resultados de este estudio se suman a la evidencia de que
la función sináptica anormal puede subyacer a los defectos cognitivos en
el autismo», añade Huganir, que es el director del Departamento de Neurociencia Solomon H. Snyder.
Y a pesar de que las variantes que causan autismo en
CTNND2 son muy poco frecuentes, señala Chakravarti, el hallazgo, ofrece
una ventana para diseñar nuevas terapias, aunque primero «tenemos que
entender bien cómo se produce la enfermedad. La genética es una manera
fundamental de conseguirlo», afirma.
El equipo de Chakravarti está trabajando ahora en
dtereminar las funciones de los otros tres genes identificados y que
podría estar asociados con el autismo y planean usar el mismo principio
para buscar genes de enfermedades en los próximos estudios sobre 100 familias afectadas por el autismo,
así como otras enfermedades. «Hemos demostrado que, incluso para
enfermedades genéticamente complejas, las familias que tienen una
presentación más grave son muy relevantes en la identificación de los
genes causantes y sus funciones», añade.
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