Cuando se secuenció el genoma humano, los biólogos se sorprendieron al
encontrar que muy poco del genoma, menos del 3 por ciento, se
correspondía a genes que codifican para proteínas. La pregunta ante esta
aparente incoherencia es evidente: ¿Para qué sirve entonces el resto
del genoma?
Resulta que en su mayor parte codifica para
fragmentos genéticos conocidos como ARNs largos no codificantes. En los
últimos años, los científicos han comprobado que estas moléculas a
menudo ayudan a regular qué genes se activan o desactivan dentro de una
célula.
Sin embargo, poco se sabe sobre las funciones específicas de los miles de ARNs largos no codificantes descubiertos hasta ahora.
En
un nuevo estudio, el equipo de las investigadoras Carla Klattenhoff,
Johanna Scheuermann y Laurie Boyer, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, ha identificado un
papel crítico para un ARN largo no codificante al que se ha denominado
"Braveheart".
Este ARN largo no codificante parece estimular a células madre para que se transformen en células cardiacas durante la diferenciación de células madre embrionarias de ratón.
Este ARN largo no codificante parece estimular a células madre para que se transformen en células cardiacas durante la diferenciación de células madre embrionarias de ratón.
Klattenhoff y sus colegas sospechan que los ARNs largos no codificantes quizá también controlan este proceso en el Ser Humano.
De ser así, aprender más sobre los ARNs largos no codificantes podría ofrecer un nuevo enfoque para el desarrollo de fármacos regenerativos destinados a pacientes cuyos corazones han sido dañados por una enfermedad cardiovascular o por el envejecimiento.
De ser así, aprender más sobre los ARNs largos no codificantes podría ofrecer un nuevo enfoque para el desarrollo de fármacos regenerativos destinados a pacientes cuyos corazones han sido dañados por una enfermedad cardiovascular o por el envejecimiento.
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